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España España · Málaga
Voto de JRBoxó:
9
Drama. Intriga Elena (Marta Nieto) perdió a su hijo Iván, de seis años, en una playa de Francia. Ahora Elena vive en esa playa y está empezando a salir de ese oscuro túnel donde ha permanecido anclada todo este tiempo... Secuela en formato largometraje del cortometraje homónimo del propio Sorogoyen. (FILMAFFINITY)
16 de noviembre de 2019
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me cabe duda de que Rodrigo Sorogoyen es uno de los más interesantes cineastas actuales. Su genio como narrador, la selección de temas sensibles, la construcción de sus personajes a través de los que palpitan personas en su desnuda humanidad, constituyen algunas de las virtudes fácilmente reconocibles en este autor. Madre, se adentra en terreno sagrado: el sufrimiento profundo por la pérdida del hijo. Elige acertadamente a Marta Nieto para trasmitir el universo devastado de la sufriente. La actriz llega a la excelencia en su caracterización. La experiencia del sufrimiento es muy peculiar; no es una experiencia parcial que un sujeto pueda tener, se trata de una experiencia que afecta a la totalidad de la existencia. Nos convierte en sujetos sufrientes; el sufrimiento envuelve nuestra existencia. Nos individualiza hasta el extremo que crea una barrera infranqueable con los demás, nos deja solos en lo incomunicable. Sufrir implica, de alguna manera, la desaparición del mundo, del mundo como hogar y, por eso, nos encontramos desamparados; el mundo mismo se ha convertido en inhóspito. En el plano más alto de virulencia, se desencadena el sentimiento fantaseado de ser elegido por el sufrimiento: ¿Por qué a mí? ¿Por qué a mi hijo? Este desencuentro con los demás se hace palpable en la película. Elena se conduce movida por sentimientos que desconciertan hasta el temor a su entorno, en la relación que establece con el adolescente Jean. El corazón tiene razones que la razón no entiende. En algunos momentos nos trae a la memoria Muerte en Venecia. La posición de las personas del entorno no es fácil, deben ajustarse a un acompañamiento que no asfixie, que dé tiempo a que la vida se abra paso delicadamente, a que la propia energía que reposa en algunos de los sentimientos que experimenta el sufriente, permitan la apertura hacia otras posibilidades vitales: que en la dialéctica del sujeto, la esperanza (el futuro) doblegue a la memoria (el pasado) permitiendo atender al presente.
JRBoxó
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