En una oportunidad le preguntaron a Alfred Hitchcock como crear suspenso y el respondió "se pone a dos personajes sentados alrededor de una mesa y se informa al espectador que bajo la mesa hay una bomba que va a estallar a una hora determinada. Enfoco a los personajes hablando, la bomba bajo la mesa y un reloj que va marcando la hora que se acerca. Y luego que la bomba no explote". Caulier parece haber leído ésta declaración del mago del suspenso y piensa que solo es cuestión de aplicarla literalmente y se es otro mago del suspenso, pero no le da resultado. Su historia, si bien está correctamente contada, no crea tensión, ni suspenso ya que desde el primer momento sabemos lo que va a pasar. Lo rescatable son las correctas actuaciones de los dos protagonistas, la correcta fotografía, un acertado ritmo. Y poco más. La historia es archiconocida y la vimos antes millones de veces mejor o peor contada. El principal problema es que es imposible conectar con los protagonistas porque no existe construcción de personajes. Uno es un imbécil que está todo el tiempo autocompadecièndose aunque no se muestra que tenga razones para ello más que su propia estupidez y el otro un guaperas que posa de rebelde pero nunca nos cuentan porque son así más que por la magia del guion. Esperemos que de haber un nuevo largo de éste director (cosa que dudo porque ya pasaron cuatro años y no ha vuelto a dirigir) tome nota de los errores cometidos y no los vuelva a cometer.