que cuando un niño grita lloriqueando el nombre de un personaje entrañable que se se muere (aunque todo el mundo sabe que no), bien sea un delfín, un extraterrestre, un tapón vaquero o un cuarentón guays, los niños sufren, los adolescentes se descojonan y los papás, acostumbrados al auténtico drama que se vive a las 9 de la mañana en la puerta de las guarderías, permanecen indiferentes. En conclusión, sólo infantes, bohemios solterones y afamadas solteronas pueden estremecerse ante semejante acontecimiento. Pero como estos últimos están de copas y los primeros no ven estas películas en el cine, la escena cae en saco roto inevitablemente.
Teniendo en cuenta que hay 4 ó 5 escenas más de las mismas características y sumando tiempos, media peli carece de destino. Por suerte para la productora, con la otra mitad se alcanza el metraje de una peli normal, y, bueno, el rollo paisaje misterioso y América negra siempre ha caído bien, por no hablar de los Beach Boys, así que de ahí vendrá la buena acogida, supongo.