A veces, muy de vez en cuando, sucede que, casi sin querer, tropiezas con alguna pieza cinematográfica diferente, única, y sorprendente. Pues bien, este es el caso de Drive. Algo a lo que nadie está acostumbrado; algo para lo que no te preparan.

Drive se cuenta por sensaciones más que por palabras (me viene a la memoria Lost in Translation). Es el capricho de un director sin ataduras, que se deja llevar por lo que siente y lo que quiere inducir en los espectadores, y lo transmite en forma de potentísima y efectiva mezcla audiovisual. Un verdadero placer para los sentidos, en fin.

Mención aparte merece el personaje principal, encarnado maravillosamente por Ryan Gosling, que es desde el primer instante un héroe intemporal, complejo, épico, y sorprendente. ¿Qué en el tráiler han visto persecuciones? Ah, sí. Lo cierto es que detrás de todo esto hay una violenta historia sobre ajustes de cuentas, amor y venganza; pero créanme, eso es lo de menos. Así, todo espectador que se anime a verla tiene que tener claro un concepto: en “Drive” importa más (infinitamente más) una mirada sostenida en el tiempo, que el modelo del BMW o el velocímetro que calza el tipo. No, “Drive” no es lo que esperas. Pero es mejor. Y solo se disfruta a otro nivel.