Tras el fracaso de la ofensiva oriental, las tropas alemanas reculan hasta la península de Crimea. Allí recibe un sorprendente permiso de quince días un sargento cincuentón, Steiner (Burton), que aprovecha para marchar a París donde le pilla el Desembarco de Normandía. ¡Oh, la, la!
Cine bélico descuidadamente hecho. Historia embarullada y nada creíble, guion atropellado que salta de un sitio a otro sin mayores explicaciones. Lo mismo puede decirse de la realización, sin ritmo, con muñecos en vez de personajes reales pese a los apellidos de sus intérpretes.
Hasta el vestuario que suele cuidarse muy bien este género falla aquí. Un ejemplo, prácticamente todos los alemanes llevan colgada una Cruz de Hierro. Como si la regalaran o fuera con el atrezo.
Por no hablar del casco que le atizan al bueno de Burton que parece el que usaba Gila en sus conversaciones telefónicas con el enemigo. Y algo cómicas resultan las citas a ciegas en tierra de nadie entre los coroneles y generales de ambos bandos. ¿Oiga? ¿Es el enemigo? Que mañana matamos a Hitler, por si quiere que nos veamos para ir firmando la paz?
Y el sargento Steiner de intermediario. Por cierto, que para ser alemán se pasa el rato matando a sus compatriotas. Debía pensar que estaba todavía en "El desafío de las águilas".
En fin, cerco flojo, cinta floja.
No la recomendamos, sobre todo a quienes gustan de las auténticas "Hazañas bélicas".