Nos habían hablado de los valores humanos que encerraba la cinta y nos hemos encontrado con un tebeo de puñetazos.
Una comunidad de monjes conserva un manuscrito del que depende el futuro de la humanidad. Cada sesenta años el maestro lo pasa a una nueva persona. En 1943 cuando lo recibe el monje Sin Nombre (Yun-Fat) casi se lo queda un nazi, y en 2003 que toca nuevo cambio todavía anda tras él aunque sea en silla de ruedas y con respiración asistida. Ya son ganas.
El nuevo heredero es un vulgar carterista, Kar (Scott), que no sabe que lo es ni donde se ha metido. Suerte que tiene al lado a Jad Chica Mala (King) y al monje anónimo que es como su Ángel de la Guarda, "La vida de todo hombre le importa a otro hombre".
Lo dicho, el resto es un tebeo de puñetazos, tiros, armas tremebundas y "filosofía de galletas de la suerte" que plantea acertijos del tipo "¿Por qué las salchichas van en paquetes de diez y los panecillos en paquetes de ocho". Anda, contesta Pequeño Saltamontes.
Por lo demás buena música, algunas escenas espectaculares que alternan con otras grotescas e interpretaciones correctitas. Guion banal y dirección estilo videoclip. O sea, una mezcla de "Karate Kid" con Miyagi y compañía, "Matrix" y algunos toques de "Rambo acorralado".
Para aficionados a las artes marciales.