Tiene sin duda el encanto del western de comienzos de los 50 donde el paisaje juega un papel importante con sus farallones rojizos de fondo, una digna ambientación, personajes bien definidos con sus virtudes y sus defectos, y con abundantes aventuras a base de cabalgadas, tiroteos y puñetazos. Todo a un ritmo trepidante en poco más de ochenta minutos.
El problema es que en tan poco tiempo se meten demasiados ingredientes en el guiso de esta cinta. Porque hay indios, rancheros, caciques, venganzas, asaltos a diligencia al estilo fordiano, duelos, fuertes, cargas de la Caballería, hasta un pobre muchacho ciego ... Todo menos amores. Menos mal que a última hora surge un pequeño romance.
Un guion demasiado ambicioso con una realización frenética para tratar de hacer creíble y dar un poco de coherencia a tantas cosas como suceden. Alguna de ellas verdaderamente inverosímil.
Acaba de concluir la guerra civil e inverosímil resulta que Ben Shelby (Johnson) vaya a vengar la muerte de su hermano en lugar de ir directo a su casa a abrazar a su esposa. Y más todavía que decida quedarse allí para asociarse y ayudar a Ned Tallon (Graves), el hermano ciego del traidor Johnny (Clark). Todo por la comida y un techo.
De lo mejor el personaje de Johnny, rico en matices, cambiante, que muestra cómo un acto de valentía puede compensar la infamia de toda una vida
Cinta en conjunto que no pasa de regular por la escasa coherencia de la trama y por la falta de tensión dramática. Pero recomendable para los aficionados al género.