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España España · Madrid
Voto de Hernando:
4
Thriller. Drama Cuando la joven y querida princesa Susannah es raptada, el primer ministro Michael Callow se enfrenta a una difícil y delicada situación. Para ponerla en libertad, el secuestrador exige que el primer ministro tenga relaciones sexuales con un cerdo y sea retransmitido en directo... Primero de los episodios independientes de "Black Mirror", serie creada por Charlie Booker, antiguo crítico televisivo de "The Guardian" y artífice de "Dead Set" (2008). (FILMAFFINITY) [+]
10 de marzo de 2013
56 de 79 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Black Mirror: El Himno Nacional” (pretenciosa desde el título) es un alegato manipulador contra las redes sociales y nuestro tiempo -siglo XXI, era twitter, posmodernidad, actualidad, o como queráis llamarlo.

Parte de la idea de la “Primera Obra Maestra del Arte del Siglo XXI”: un hombre coacciona al primer ministro a follarse a una cerda -literalmente- para demostrar la degeneración de la sociedad, la volubilidad de las masas, los peligros de las Nuevas Tecnologías de la Información y el morbo que impera en toda comunicación de masas. Para ello secuestra a la princesa -el cómo no importa- y la suelta antes de que el primer ministro cumpla sus exigencias, todo esto, por supuesto, tras haberse arrancado un dedo y hacerlo pasar por el de ella sin que nadie se dé cuenta.

Le pese a quien le pese, no tendría problemas en afirmar que ese hombre de ficción es un artista y su obra digna de reconocimiento, pero tengo más dudas respecto al capítulo. En su pretenciosidad pretende hacer pasar este capítulo basado en premisas ridículas y con un desarrollo que sigue la misma línea por la obra de arte de la que trata la ficción. Un: “os la habéis tragado entero”, “queríais ver la escena del cerdo”, “sois unos morbosos”, “la sociedad está corrupta, ¿veis?”, “las redes sociales una enfermedad”, “los medios unos traficantes de pornografía morbosa”, “¿os preguntabais se seríamos capaces de mostrar la escena sobre la que gira toda la película?”. Por supuesto, no son capaces de hacerlo, ni si quiera de forma elegante e indirecta, mediante un fuera de campo visual (que no sonoro), como si harían artistas de verdad comprometidos con la sociedad y el consumo de violencia (véase Haneke), nada que ver con este gamberrete con cierta gracia. De ser así las cosas serían muy, muy distintas, pero requiere de huevos y talento y no tantas ganas de una rápida fama.

Pero el bueno de Charlie no se da cuenta de que para que todo su alegato satírico contra la sociedad actual, las redes sociales, la posmodernidad, y todo lo que pretende criticar, tenga un mínimo de sentido y no sea simplemente un cúmulo de absurdos -con ritmo, eso sí- manipuladores y con un significado falso: un mito sin pies ni cabeza que los consumidores se creeran, su obra debería ser -o fingir- la realidad, como la de su loco antagonista. Esas escenas de Londres vacío, y de presión hacia el presidente para que sacrifique su dignidad por la supervivencia -mucho más importante que la humanidad- de la princesa, y el morbo de los espectadores, que a algunos les resultaran alucinantes, no son más que un manifiesto demasiado superficial, estereotipado, simplista y manipulador de la sociedad actual. Y no seré yo quien la niegue sus defectos, que son infinitos, o su falta de ciudadanía, que es total, pero no alabaré un abordaje tan burdo.

Todo esto, sin entrar en la dimensión cinematográfica, donde la habilidad con el lenguaje fílmico no sale del telefilm y el ritmo se sostiene decente pero con un gran apoyo en el morbo. Al final el creador de esta “brillante” serie digna de telecinco, peca absolutamente de aquello que quiere criticar, de los peores vicios de la posmodernidad que estereotipa, de la era twitter.

Sí, como thriller político sobre premisas negrísimas funciona y merecería dos puntos más. Probablemente la culpa sea mía por tomarme este chiste demasiado en serio, pero es que se vende como tal, y todas las críticas que he leído y la ponen por las nubes así lo hacen. ¿”Fiel reflejo de la realidad”? Señores, la realidad es mucho más cerda, y no tan simple, no vivimos en un estereotipo.
Hernando
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