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Voto de Hernando:
5
6,4
28.177
Ciencia ficción. Drama. Romance. Thriller
Conjunto de varias historias que se desarrollan en el pasado, el presente y el futuro. Cada una de ellas está contenida en la anterior, y todas están enlazadas entre sí por pequeños detalles. (FILMAFFINITY)
15 de marzo de 2013
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por lo general suelo huir de aquellos batiburrillos contemporáneos que tanto parecen gustar a algunos entre (pseudo)ciencia, (pseudo)filosofía y (pseudo)religión. Alguna vez se pueden quitar los pseudos y quedan obras maestras como “2001: Odisea en el Espacio” (Stanley Kubrick, 1968), pero por lo general, y más en la actualidad donde toman ese a misticismo ‘new age’ del que habla Javier Ocaña en su acertada crítica. “El Árbol de la Vida” (Terrence Mallick, 2011) se libraba por los pelos, pero no suele ser así (véase, por ejemplo, “Las Vidas Posibles de Mr. Nobody” (Jaco Van Dormael, 2009). No obstante ahí estaba la mesiánica Matrix (Hnos Wachowski, 1999) con tanta ciencia como filosofía, con escenas de acción fabulosas y un éxito merecido. Las secuelas entraban más en el tipo de cine pretencioso al que suelen dar lugar estas mezclas, aun así, me las tragué con gusto en mi adolescencia. El día que me dirigía al cine a ver “El Atlas de las Nubes”, iba temblando por lo que me podía encontrar. Estaba por ver si me equivocaba.
El último filme de los Wachowski, ahora con Tom Tykwer -“Corre, Lola, Corre”, (id, 1998), “El Perfume (id, 2006)-, es una película de historias cruzadas entre épocas diversas. Un total de seis: "El Diario del Pacífico de Adam Ewing" (1849), "Cartas desde Zedelghem" (1936), "Vidas a medias: el primer misterio de Luisa Rey" (1973), "El Tremendo Calvario de Timothy Cavendish" (2012), "La antífona de Sonny-451" (2144), "El cruce de Sloosha" (2321). En todas ellas se tratarán los mismos temas y saldrán los mismos personajes. No obstante, en cada una compartirá el protagonismo una pareja principal de las tres que hay: Tom Hanks-Halle Berry, Jim Sturgess-Doona Bae (los ‘chinos’), James D'Arcy- Ben Whishaw (los gays), y Jim Broadbent en el papel de Timothy Cavendish protagonizando una historia que solo sirve para hacer énfasis en algunos temas, alargar más la alargada producción y dar el contrapunto cómico. Cada una de estas historias, además, hará especial énfasis en un tema mediante un discurso mal calzado.
El trasfondo de todos los temas tratados y de todas las historias es la ‘tergiversación’ de dos conceptos de Nietzsche ya comunes en la filmografía de los directores (ver Matrix)*: La voluntad de poder contra los órdenes “naturales” y el eterno retorno. Todas las historias se pueden interpretar en clave de la lucha del individuo contra la opresión de las instituciones y convenciones, es decir, contra el orden establecido. Lucha en la que, inevitablemente, el individuo fracasará. Pero el eterno retorno está ahí, para repetir la misma lucha una y otra vez, para que, intoxicado con filosofía oriental y mucho karma, cada rencarnación de los personajes compense la lucha y dignidad de la vida anterior. Esto del karma llega hasta el punto de que en la última historia (2321) nos encontramos con tres castas: los que llamaré Uruk-Hai (el ‘infierno Wachowskiano para quienes fueron malos), los vayesianos (una especie de ‘purgatorio’ para quienes mostraron su humanidad e irregularidad moral), y otra especie de ‘cielo tecnológico’ para aquellos que fueron buenos. Y por supuesto, a la más santa y mártir de todas la reservan el puesto de ‘diosa’ y al más ruin y malo el de ‘diablo’.
A partir de aquí, y con varios comentarios científicos -p.e. a la física cuántica y teoría de la relatividad-, guiños religiosos -nombres bíblicos: Adam, Isaac, etc., y personajes mesiánicos-, filosofía y religión oriental -karma, rencarnaciones, y un toque Zen-, los directores arrojan panfletos y discursos sobre temas varios entrelazados: La tolerancia sexual y racial, la importancia del amor más allá de cualquier convención (incluida la muerte, claro), la existencia de una Verdad (‘ver-verdad’), la importancia de ser bueno en la vida, la fe, la ruptura del estatu-quo y las convenciones, y la importancia de ser fiel a los sentimientos y valores que uno siente, pues, un sacrificio moral “no es más que una gota en el océano que no cambiará el mundo pero, el océano se compone de gotas”. Puaj! Quien guste de estas frases a lo Paulo Coelho disfrutará enormemente con la película.
Quien quiera otro ejemplo de cómo pseudociencia, pseudoreligión y pseudofilosofía se unen en este proyecto pretencioso y megalómano ahí tiene la estructura temporal: Los creadores de Matrix rompen la narración lineal y el tiempo apoyándose en la teoría de la relatividad, el eterno retorno y las múltiples rencarnaciones.
(sigue en spoiler pero sin spoiler)
El último filme de los Wachowski, ahora con Tom Tykwer -“Corre, Lola, Corre”, (id, 1998), “El Perfume (id, 2006)-, es una película de historias cruzadas entre épocas diversas. Un total de seis: "El Diario del Pacífico de Adam Ewing" (1849), "Cartas desde Zedelghem" (1936), "Vidas a medias: el primer misterio de Luisa Rey" (1973), "El Tremendo Calvario de Timothy Cavendish" (2012), "La antífona de Sonny-451" (2144), "El cruce de Sloosha" (2321). En todas ellas se tratarán los mismos temas y saldrán los mismos personajes. No obstante, en cada una compartirá el protagonismo una pareja principal de las tres que hay: Tom Hanks-Halle Berry, Jim Sturgess-Doona Bae (los ‘chinos’), James D'Arcy- Ben Whishaw (los gays), y Jim Broadbent en el papel de Timothy Cavendish protagonizando una historia que solo sirve para hacer énfasis en algunos temas, alargar más la alargada producción y dar el contrapunto cómico. Cada una de estas historias, además, hará especial énfasis en un tema mediante un discurso mal calzado.
El trasfondo de todos los temas tratados y de todas las historias es la ‘tergiversación’ de dos conceptos de Nietzsche ya comunes en la filmografía de los directores (ver Matrix)*: La voluntad de poder contra los órdenes “naturales” y el eterno retorno. Todas las historias se pueden interpretar en clave de la lucha del individuo contra la opresión de las instituciones y convenciones, es decir, contra el orden establecido. Lucha en la que, inevitablemente, el individuo fracasará. Pero el eterno retorno está ahí, para repetir la misma lucha una y otra vez, para que, intoxicado con filosofía oriental y mucho karma, cada rencarnación de los personajes compense la lucha y dignidad de la vida anterior. Esto del karma llega hasta el punto de que en la última historia (2321) nos encontramos con tres castas: los que llamaré Uruk-Hai (el ‘infierno Wachowskiano para quienes fueron malos), los vayesianos (una especie de ‘purgatorio’ para quienes mostraron su humanidad e irregularidad moral), y otra especie de ‘cielo tecnológico’ para aquellos que fueron buenos. Y por supuesto, a la más santa y mártir de todas la reservan el puesto de ‘diosa’ y al más ruin y malo el de ‘diablo’.
A partir de aquí, y con varios comentarios científicos -p.e. a la física cuántica y teoría de la relatividad-, guiños religiosos -nombres bíblicos: Adam, Isaac, etc., y personajes mesiánicos-, filosofía y religión oriental -karma, rencarnaciones, y un toque Zen-, los directores arrojan panfletos y discursos sobre temas varios entrelazados: La tolerancia sexual y racial, la importancia del amor más allá de cualquier convención (incluida la muerte, claro), la existencia de una Verdad (‘ver-verdad’), la importancia de ser bueno en la vida, la fe, la ruptura del estatu-quo y las convenciones, y la importancia de ser fiel a los sentimientos y valores que uno siente, pues, un sacrificio moral “no es más que una gota en el océano que no cambiará el mundo pero, el océano se compone de gotas”. Puaj! Quien guste de estas frases a lo Paulo Coelho disfrutará enormemente con la película.
Quien quiera otro ejemplo de cómo pseudociencia, pseudoreligión y pseudofilosofía se unen en este proyecto pretencioso y megalómano ahí tiene la estructura temporal: Los creadores de Matrix rompen la narración lineal y el tiempo apoyándose en la teoría de la relatividad, el eterno retorno y las múltiples rencarnaciones.
(sigue en spoiler pero sin spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Visto lo visto, “El Atlas de las Nubes” entra perfectamente en esta clase de películas de las que hablo que tratan de dar una inmensa visión del mundo, pretendidamente original, en un único y superficial nivel de lectura (de nuevo Mr. Nobody). Esta megalomanía, claro está, no renuncia al espectáculo con un inmenso presupuesto, enormes recreaciones digitales en busca de una ‘belleza’ artificial ajena a la dirección -i.e. los continuos atardeceres y cielos informatizados-, y escenas de acción a lo Matrix en cámara rápida. El resultado de esta mezcla de pseudociencia, pseudofilosofía y pseudoreligión no podía ser otro que el de una pseudopelícula pretenciosa y repleta de discursos pretendida y ridículamente solemnes, donde con la excusa de la ciencia se desarrolla una metafísica vacua y deleznable. Es digno de reconocimiento, eso sí, el esfuerzo que se ve que han dedicado al montaje de las distintas narraciones.
Y es una lástima, porque las historias por separado bien podrían merecer la pena como un producto menor (de no más de un 5 o 6) si se hubieran centrado en ellas. Así la historia de Seul podría ser un sucedáneo de Matrix contaminado de V de Vendetta y bastante épico; la historia del viejo una comedia decente; o la historia del músico homosexual una de esas películas románticas que tanto gustan a los americanos. Los hermanitos del alma tratan de sostener un mundo sobre sus hombros, se creen Atlas, pero no son más que nubes… Esperemos que se disipen pronto.
Realmente, deseo de corazón que a Larry/Lana le haya salido mejor su cambio de sexo que al agente Smith, perdón, Bill Smoke.
* Sospecho que los Wachowski no conocen más que tres autores de filosofía a los que estirar y tergiversas tanto como les salga en gana. Se trata de los tres autores de bachillerato de turno, los más famosos y digeribles: Platón, Descartes, Nietzsche. Parece que llevamos más de un siglo que aparezca un filósofo digno de estos dos cineastas.
Y es una lástima, porque las historias por separado bien podrían merecer la pena como un producto menor (de no más de un 5 o 6) si se hubieran centrado en ellas. Así la historia de Seul podría ser un sucedáneo de Matrix contaminado de V de Vendetta y bastante épico; la historia del viejo una comedia decente; o la historia del músico homosexual una de esas películas románticas que tanto gustan a los americanos. Los hermanitos del alma tratan de sostener un mundo sobre sus hombros, se creen Atlas, pero no son más que nubes… Esperemos que se disipen pronto.
Realmente, deseo de corazón que a Larry/Lana le haya salido mejor su cambio de sexo que al agente Smith, perdón, Bill Smoke.
* Sospecho que los Wachowski no conocen más que tres autores de filosofía a los que estirar y tergiversas tanto como les salga en gana. Se trata de los tres autores de bachillerato de turno, los más famosos y digeribles: Platón, Descartes, Nietzsche. Parece que llevamos más de un siglo que aparezca un filósofo digno de estos dos cineastas.