Hubiera sido fácil, muy fácil, realizar un documental sobre Antonio Vega y ahondar en lo escabroso de su vida; recrearse en el morbo que ofrecía su a menudo tormentosa existencia. Hubiera sido muy fácil, pero tras ver el documental, está muy claro que el objetivo de este trabajo era otro. Se palpa que nace desde la admiración a un músico de enorme talento y riquísimo mundo interior. Es todo un homenaje a una de las figuras más importantes de la historia del pop en España, pero lo que se agradece es que homenajea sin cinismo y desde la honestidad. No se trataba de ofrecer una imagen idealizada de Antonio, ni tampoco se trataba de recrearse en lo oscuro. Se ha conseguido a mi juicio un equilibrio casi perfecto.

Quizá el documental no sea perfecto, pero la empresa era muy complicada. Y, sin ánimo de desgranar nada de lo que en él podemos ver, solo queda recomendar a cualquier aficionado a la música de AV a acercarse a este logradísimo retrato en forma de documental.