"La zona muerta" es uno de esos raros casos en los que la adaptación cinematográfica es capaz de hallar nuevas e interesantes vías respecto del libro que toma como base, sin por ello traicionar su espíritu. Y para que yo reconozca eso estando Stephen King de por medio, es que ha tenido que darme mucho el sol. Nada más que añadir, su señoría.
¿Quiero decir usted, señor acusado, con toda la incomprensible perorata que acaba de soltar, que este film de David Cronenberg es mejor que la novela de 1979?…
Considerando como considero «La zona muerta» top-3 70's del escritor de Maine, nunca escucharán un sí rotundo de mis labios a esa capciosa pregunta aunque la respuesta fuese sí. Lo que no quiere decir que sea sí. Ni confirmo ni desmiento, sino todo lo contrario.
Y tras la infame divagación anterior, que por descontado me hace culpable, veamos qué peajes ha tenido que pagar Cronenberg por alcanzar la cima. Todo pacto con el demonio requiere sacrificios, queridos niños.
"La zona muerta" va de menos a más. Uno de los grandes pilares de la novela era toda su parte inicial, férrea zona en la que Stephen King asentaba de maravillas a John Smith. David Cronenberg y Jeffrey Boam, el guionista, renuncian a ello, haciendo que el primer acto del film resulte lo más endeble. El realizador canadiense prefiere que hagamos nuestro al protagonista, un Christopher Walken como perfecto viejoven, de segundo acto en adelante.
A la postre ese es el cambio más significativo, a peor, de esta adaptación. Todo lo demás es como para aplaudir con las orejas.
Definitivamente, David Cronenberg siempre en mi equipo.