Cuando vamos a ver una película dirigida por Peter Jackson nos esperamos un metraje considerable, escenas de tensión largas y bien construidas, enormes efectos especiales, espectacularidad en general y alguna historia de amor. Todos estos elementos nos los encontramos en el nuevo remake de King Kong, pero a mi juicio no encajan lo suficientemente bien como para constituirse en una obra sobresaliente aún siendo un guión muy parecido al original de 1933.

Para empezar, la duración es excesivamente larga. ¿3 horas? La película se divide en tres tramos: planteamiento (el viaje), nudo (la estancia en la isla) y desenlace (la ciudad). El primero es sin duda el que peca más de una duración innecesaria, con un desarrollo que llega a aburrir por su lentitud y desacertada configuración argumental y una interacción entre los personajes bastante burda. Pero lo que resulta más prescindible es que parece que Jackson intenta introducir con calzador algunos guiños a Titanic. En menor grado también podría haberse acortado el tercer tramo.

En cuanto a las interpretaciones, se encuentran a un nivel aceptable sin más, pero sin llegar a destacar. Naomi Watts sólo tiene el parecido de Fay Wray pero ni de lejos es capaz de esbozar sus gestos de terror. Es más, llama la atención que la protagonista no se asusta para nada de la bestia. En cuanto a Jack Black... no me gusta nada este actor. No me ha hecho nada, pero cada vez que lo veo la película en cuestión pierde un punto con él. No me parece el más apropiado para encarnar a un personaje tan importante en la historia, siendo su rol bastante soso.

Los efectos especiales son buenos, pero tampoco llegan a ser sorprendentes. En muchas escenas se nota perfectamente la inserción de las imágenes o la existencia de un fondo. Sin embargo, el diseño del gorila sí que está bien logrado.

¿Qué aporta esta película al original? Al margen de su modernidad, se plantea una relación más profunda y distinta entre la "bestia" y la "bella". Es más bonita y además destaca que la chica muestra sentimientos de afectividad por el gorila gigante, destacando un par de escenas idílicas en la que una "pareja" absolutamente imposible disfruta de la paz de no ser molestados. Ese distinto enfoque es lo que salva a la obra de un aprobado justo, de igual manera que un metraje más sensato hubiera podido añadir otro punto más. Y otro actor en vez de Jack Black, otro punto más.