Después de dos irregulares películas, Yates nos ofrece la primera mitad del capítulo definitivo consiguiendo una plena madurez en todos los aspectos: desarrollo del guión, personajes y efectos. La acción se ejecuta de forma más trepidante que otras entregas y las escenas clave son relatadas de forma magistral. Especialmente la que protagoniza Dobby y en menor medida la del pueblo de Harry, las tumbas de sus padres y el combate contra la serpiente. Sin embargo, pese a tratar la mitad del libro de forma bastante fiel y sistemática existen algunas cosas inventadas. Esas pequeñas licencias que todos los guionistas se toman en las adaptaciones de obras literarias.

De la historia, lo más importante es ver a Harry y a sus amigos en escenarios y en un contexto absolutamente alejado de Hogwarts. Evidentemente la situación la establece el libro, pero el hecho de que se vean obligados a escapar y arreglárselas solos favorece un ritmo diferente y colabora a remarcar la evolución de los personajes. Ya no queda nada de cuando eran simples niños que acudían al colegio. Además, los escenarios que se introducen son fantásticos. El punto negativo es que se queda muy introductoria, pero precisamente porque lo mejor está por llegar.