A mí personalmente me gusta el mundo Fesser. Concretamente el humor absurdo que plantea y que a mí por lo menos me conquistó en El milagro de P. Tinto. Sin embargo, lo que se supone que es una película sobre Mortadelo y Filemón se convierte más en una producción cinematográfica que los utiliza. Vamos, que es la excusa para el lanzamiento de la película pero que desaprovecha el fin que todos esperábamos.

El principal motivo es que existen personajes que no tienen nada que ver con el mundo Ibáñez y que toman demasiado protagonismo, como Freddy Mazas y el ladrón del DDT. Mortadelo y Filemón permanecen demasiado tiempo desorientados y alejados del escenario clave de la investigación, mientras los anteriores intervienen en demasiadas escenas. Además, existen muy pocos guiños a los tebeos tanto en gags como en referencias a historietas, por lo que nos da la impresión de ver una película que podría haber sido protagonizada por dos agentes secretos cualquiera. O ni eso.

Lo positivo de la película y que le salva del suspenso es el hecho de que haya una escena con personajes de 13 Rue del Percebe, la gran interpretación de Pepe Viyuela y el enorme parecido de Benito Pocino a Mortadelo y una fotografía muy colorida (sobre todo en las oficinas de la TIA) que nos ayuda a recordar un poco la estética de cómic (pero tampoco nos pasemos, ¿eh?). La aparición de Rompetechos también es un acierto pero no tanto su enfoque, presentándolo como un nostálgico franquista.

Entre los actores, podemos ver a algunos del anterior largometraje humorístico de Fesser, como Pablo Pinedo o el inolvidable Luís Ciges (Amanece que no es poco).

En definitiva, una película aceptable y en todo caso mejor que el engendro que vendría después. Eso sí, si nos sentamos a verla creyendo que vamos a ver Mortadelo y Filemón, nos llevaremos un disgusto muy gordo.