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Voto de luguca:
8
7 de septiembre de 2011
12 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me gusta esta historia del oeste que pasa en el este, dentro de una verde selva en lugar de un blanco desierto de Arizona o Texas. Y la técnica que se emplea para pasar de una escena a otra -como un pase de diapositivas- incide en la idea de presentación del paisaje como eje y personaje crucial de la narración.
Y me gusta también que los indios sean malos, pero menos malos que los que les venden las armas. Y que salga un fuerte construido en piedra por los españoles. Y que la chica de la película sea capaz de echarle los tejos al capitán, como si nada.
Me he fijado que, en todas las películas donde sale Gary Cooper se hace algún comentario sobre su apostura y sus piernas largas, a lo que él responde con una sonrisa, como si tuviera la santa paciencia de ser guapísimo y cargar con ello.
El argumento es sencillo, los diálogos son naturales y la relación entre los personajes resulta "decorosa"; porque, aunque el joven del este es todo un figurín, desde el primer momento reconoce la superioridad de un capitán y unos hombres que "no parecen muy disciplinados". Y, aunque al capitán, los sables, la casaca y las conversaciones refinadas le provocan cierta sonrisa condescendiente, siempre acepta esa singularidad sin caer en la burla. Son dos hombres con distintas educaciones y distintas vidas, pero compatibles, como se resume en el intercambio final de armas.
Una pequeña lección de tolerancia y de amor a la naturaleza. Y, además, muy distraida.
Y me gusta también que los indios sean malos, pero menos malos que los que les venden las armas. Y que salga un fuerte construido en piedra por los españoles. Y que la chica de la película sea capaz de echarle los tejos al capitán, como si nada.
Me he fijado que, en todas las películas donde sale Gary Cooper se hace algún comentario sobre su apostura y sus piernas largas, a lo que él responde con una sonrisa, como si tuviera la santa paciencia de ser guapísimo y cargar con ello.
El argumento es sencillo, los diálogos son naturales y la relación entre los personajes resulta "decorosa"; porque, aunque el joven del este es todo un figurín, desde el primer momento reconoce la superioridad de un capitán y unos hombres que "no parecen muy disciplinados". Y, aunque al capitán, los sables, la casaca y las conversaciones refinadas le provocan cierta sonrisa condescendiente, siempre acepta esa singularidad sin caer en la burla. Son dos hombres con distintas educaciones y distintas vidas, pero compatibles, como se resume en el intercambio final de armas.
Una pequeña lección de tolerancia y de amor a la naturaleza. Y, además, muy distraida.