El descubrimiento de una de las mayores filósofas y pensadoras del siglo XX es, de por si, una justificación importante para todo interesado espectador en ver esta cinta dirigida por Margarethe von Trotta; la película nos brinda una rica clase de filosofía y de historia a partir del retrato de la figura de Hannah Arendt.

Aporta una sensación de reflexión no solo sobre la figura protagonista y su pensamiento, sino también sobre temas propios de la condición humana, que resultan satisfactorios para discutir después del visionado y nos aportan una dimensión de pensamiento mayor para nosotros como individuos.

El tan realista y claro retrato sobre Arendt hace que la figura sea ambigua, enigmática y que se pueda discutir sobre sus ideas y su comportamiento; como toda gran figura, se le puede defender y rebatir. Eso hace que el filme esté un peldaño por delante de otros biopics sobre pensadores o pioneros de nuestro pasado.

La película apuesta por una sutileza magnífica en lo visual y en lo escénico, que se refuerza por la magnética interpretación de Barbara Sukowa, y que sabe que su fuerza está en las ideas y en la palabra sobre el resto de elementos, lo cual puede cargar a cierto espectador no dispuesto a reflexionar mientras visiona la cinta.

Una gran figura humana y investigadora del pensamiento humano merecía un relato tan claro y rico como este. No se la pierdan.