Si bien creo en general los guiones y la construcción de personajes han bebido más de Falcon Crest que de Yo Claudio, a pesar de que la fidelidad histórica es más que discutible (lo cual no me parece malo en sí (si hay que hacer un esfuerzo tremendo para adaptar una novela imagínense hechos reales), y a pesar de que a ratos parece más cine de gángsters que otra cosa (bueno, al fin y al cabo la Mafia la inventaron los italianos, ¿no?), vista entera es una serie más que notable y con momentos tremendamente brillantes. La segunda temporada es mucho más entretenida que la primera (lo único que se puede echar de menos es a Ciaran Hinds) y el final me ha parecido brutal (aunque ya me lo olía yo desde el capítulo 8 de la primera temporada). Que el espectador acabe identificado con Pullo y Voreno con la facilidad que tienen (sobre todo el primero) para la masacre y la carnicería es un gran mérito, y el humor que salpica la serie, también.

La ambientación y la realización son impecables, las interpretaciones muy buenas y va a ser difícil olvidar a César, Marco Antonio, Cleopatra, Atia, Octavio y compañía. Recomiendo encarecidamente esta serie, pero si quieren saber como sigue la historia, véanse Yo Claudio, que la recomiendo bastante más. Eso sí, hagan un ejercicio de humildad, que Yo Claudio es como teatro filmado, pero qué mayor espectáculo que esas tramas, esos diálogos y esas interpretaciones... Y si Roma es burra, burra, ya verán cuando vean a Livia y Calígula desatados, ya verán...