Sé que criticar a una serie de esta entidad y de su calado social es prácticamente un sacrilegio o una herejía. Se debe reconocer el baluarte que supone socialmente, posicionándose para muchos de forma indiscutible en la olimpo histórico de los mejores productos de este formato audiovisual. También se debe reconocer que es sumamente entretenida y que sobre todo ha marcado un canon estético universal e inconfundible. La iconografía de sus grafismos y la banda sonora también constituyen parte del mito. Además las figuras de Tommy, Arthur, Michael y Poly se han convertido en personajes ilustres de la cultura popular. Pero obviando esto, se debe decir sin tapujos que es una serie que está vertebrada por la inverisimilitud de los hechos narrados, lo que a mi parecer quita credibilidad a la obra, sabiendo que no es una historia de superhéroes sino más bien una recreación de un periodo histórico concreto de entre guerras. Es aquí cuando la divinización inhumana de sus protagonistas quienes son intocables físicamente, incorruptibles moralmente y que habitan en un ecosistema repleto de clichés míticos del cine gansteril, hace que la serie sea en el tiempo que más popular por la sencillez de sus planteamientos y el impacto de su trama, progresivamente menos rigorosa y creíble.