Reconozco que me encanta ver las películas que se estrenan en el mes de diciembre, ya que en cierta manera, es un tipo de cine que me recuerda a aquellas navidades de infancia o juventud en la que veíamos buenas historias de aventuras, fantasía y dibujos animados. El cine que nunca he olvidado, y en definitiva el que más me gusta.
Por eso celebro la llegada de títulos como éste, deudores de un aliento clásico perdido con el tiempo, que sin calar excesivamente en el computo final del año, si que te hacen pasar un rato agradable y distendido.
El cine como evasión que te lleva a lugares exóticos, y a tiempos donde la aventura y la heroicidad estaba presente. Desconozco la veracidad histórica de lo que vemos en pantalla, y de si su autor, Noah Gordon, desarrolla su narración con mayor o menor rigurosidad. Sus líneas han inspirado una gran película de aliento épico, en un marco histórico con no menos paralelismos con nuestra sociedad actual. Donde de nuevo la religión, una y otra vez, sea del bando que sea, entorpece el desarrollo de la mente humana y de la ciencia. Además de ser la que provoca las batallas más cruentas.
Un casi desconocido Tom Payne agarra con fuerza su personaje, lo interpreta con energía y logra el difícil arte de empatizar con el espectador.
Pero a quien realmente es un honor tenerlo de vuelta es a Ben Kingsley, tras años y años de repetidos papeles insulsos, ridículos y porque no decirlo, insoportables. No era ni la sombra de lo que fue, poco o nada quedaba de sus papeles en “Gandhi” o en “La lista de Schindler”, y era invitado una y otra vez a numerosas películas donde la trascendencia de sus papeles eran completamente alimenticios, como demostró su patética aparición en el último capítulo de la serie “Iron Man”.
Es probable que si has sido lector del libro, encuentres a faltar muchos detalles, y encuentres otros cambiados. Siempre he sido defensor de la idea de que el libro te presta la historia, y luego la desarrollas como mejor conviene al tono final de la película. Realizar una transcripción literaria no es recomendable, ya que el cine se mueve por otros códigos y necesita ser menos descriptivo.
Nunca he leído a Gordon, ni creo que lo haga, pero investigando sobre esta novela, averiguo que se trata de una primera parte de una trilogía bastante conocida. Espero entonces con ganas la llegada de nuevos capítulos, mientras disfrutamos en nuestros cines del gusto de ver un viaje exótico a los confines del mundo.