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España España · León
Voto de bixo:
9
Drama La historia está ambientada en 1907, en Uppsala, Suecia, y se centra en los Ekdahls, la familia del joven Alexander y su hermana Fanny. Los padres se dedican al teatro y son felices, hasta que el padre muere de forma repentina. Al poco tiempo, la madre decide casarse con un líder religioso conservador, una decisión que cambiará sus vidas. (FILMAFFINITY)
2 de septiembre de 2011
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El abismo se extiende intolerable más allá de nuestra cotidianidad.

Tal vez algo similar quiso decirnos Gustaf Adolf cuando, ebrio de vida, alzó la voz sobre sus familiares e invitados. Sus sonrojados labios no acertaban a dar con las palabras apropiadas, y aunque bien es cierto que era presa del licor, por puro interés nos inclinamos a creer que la causa última de su torpeza se halla agazapada en las sabias limitaciones reptilianas de su proceder, ante el prójimo y ante los acontecimientos.

Tal vez es mucho lo que de él sus dos hermanos envidian. Entre el concurrido público podemos distinguir al menor de ellos. Con él comparte las inquietudes terrenales y, pese a ello, Carl agoniza en vida por carecer de esa inteligencia primaria capaz de cultivar y paladear los pequeños gozos que brinda el día a día. A Oscar tan sólo alcanzaremos a intuirlo en el fondo de la estancia, no sin riesgo de confundir la figura del padre con la del hijo. El primogénito heredó las dotes teatrales de Helena, su madre, un ser, como él, incapaz de ponerse a cubierto de las tempestades de lo desconocido. Ahora, poquito más allá del umbral de los vivos, contempla la escena con la misma impotencia que padeció en vida.

Tal vez Oscar no es más que recuerdo y herencia en los inmensos ojos de Alexander, nuestro objetivo con el que enfocar apenas los pensamientos ya maduros del cineasta. Sobre su superficie traslúcida se reflejan los miedos de un niño que se asoma por vez primera al abismo. Nos hacen partícipes de su rabia hacia lo incomprensible, de su rebeldía estéril como su propia estirpe, y de su huída definitiva a un lugar hecho de ensueños. Su hermana Fanny será su compañera y cancerbera de esa fortaleza imaginaria.

Tal vez Bergman encuentra en estos refugios de cada uno, una respuesta a los misterios que atormentan al ser consciente. La fórmula, aunque endeble, esconde precarios equilibrios dinámicos que fuerzan al individuo a trasmutarse en muchos otros y muy diversos. Se equivocó el obispo, nos dice, pues la única careta que moldeó en vida acabó por comerse su propia carne.

Tal vez Alexander fue sodomizado por su propia sexualidad incipiente; tal vez, tras experimentar el vértigo, aprenda a aislarse mejor del abismo. Tal vez Emilie, y el espectador, quienes tacharon de frívola su convivencia inicial con la familia Ekdahl, aprendan después de todo una valiosa lección.

Tal vez, maestro Bergman, quién sabe lo que nos aguarda tras la tenue frontera.
bixo
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