El amor vivido, para el recuerdo durante toda la vida cuando aquel ha desaparecido; y en esa evocación, un amor que renace, pervive y justifica el volver a sentirlo, aunque sea solamente como un fantasma... en el puente de Waterloo. Puede que no se quiera ver una rancio film de hace ochenta años, en las tinieblas del blanco y negro, pero dejarte llevar por aquel amor de Taylor y Leigh es vivir, aunque sepas que ya no viven, aunque sepas que ya no existe este tipo de cine, aunque la razón te diga no. Vive un amor perdido en el tiempo, vive un amor que muriendo, cuando pases por el puente, nacerá en ti.