Se suele decir que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad. Respecto a los segundos no tengo ni idea, pero esta película representa un genial drama acerca de los primeros, acerca de la veracidad o no de sus palabras e invenciones y de la tortura despedazadora que de ellas se pueda derivar. Mikkelsen se mete en el espinoso papel de aquel que ha sido falsamente acusado desde la inconsciencia de un niño y desde la tremebunda estupidez del primer adulto que ha sido absolutamente incapaz de enfocar correctamente el problema después de haber oído campanas sin saber ni tan siquiera de dónde venían. Un ejemplo perfecto de cómo una bola de nieve puede hacerse cada vez más y más grande hasta alcanzar dimensiones tales que acaban arrasando todo lo que pillan en su caída cuesta abajo.

Thomas Vintenberg nos muestra con crueldad las consecuencias de un rumor que se da como cierto sin que nadie se haya molestado previamente en comprobarlo o no haber dado ni tan siquiera pie a que las autoridades competentes hayan tenido apenas tiempo para iniciar investigaciones al respecto. Una oda a la estupidez y la precipitación devenidas en salvoconducto para encauzar los temores, prejuicios, rabia e instintos más rastreros del ser humano en pos de un despellejamiento colectivo que se obceca en ignorar y dar la espalda a la presunción de inocencia, con todo lo que de ello se deriva. La humillación gratuita y el vapuleo social sin fundamento sólido que lo pueda justificar, solo sustentado en una endeble suposición a la que una hija de Satanás (y perdónenme que arremeta tanto contra esa profesora) decidió darle veracidad absoluta y tajante por sus reales ovarios, dispuesta a actuar como inicial ventilador esparcidor de porquería para iniciar una repugnante cacería particular al final convertida en cacería pública, sin tan siquiera haber dado oportunidad de conocer la versión del implicado . Jaurías de lobos, recordando a aquella desagradable "Perros de paja", dispuestos a recoger los deshechos provenientes de ese ventilador para untarse de arriba a abajo con su repulsivo olor. Para que veamos lo fácil que es arremeter contra la dignidad de una persona, lo sencillo que es acabar son su reputación y enviarlo a galeras para que se pudra en la miseria. Y lo peor de todo, que una vez se ha sembrado la fama, siempre (y repito lo de siempre) quedará un poso imposible de eliminar a ojos de alguien, por lo que este tipo de actos representarán un estigma de por vida para el que lo haya podido sufrir.

Me parece una película abrumadora, con una atmósfera asfixiante a la que pedimos una tregua y no nos la concede fácilmente. A Mikkelsen desde luego le hubiera venido perfectamente que en algún momento apareciese en la historia el Henry Fonda de "Doce hombres sin piedad" para poner en duda la suposición colectiva y con un poco de ganas para dedicarle materia gris y no tanta materia marrón al asunto, ser capaz de encontrar una explicación al problema antes de ir a lo fácil y salir por piernas. Porque de eso va esta peli. De salirse con muy mala leche por el camino fácil y largarse corriendo a casa (que fuera de ella hace frío), para encontrar cobijo en el populismo de las masas, no sea que me vean como aliado de algo sospechoso. ¡¡Ratas infectas!!