Interesante mixtura de cine de aventuras y amor sustentada en una pareja protagonista que en pantalla conecta a las mil maravillas. La cinta funciona fundamentalmente gracias al dúo Ford-Heche, con el que hay momentos de sorprendente complicidad, como si una química especial les retroalimentara, y gracias a un guión con tendencia a ir al grano, centrando la trama en el problema principal sin andarse con rodeos ni a salirse por la tangente en ningún momento. Y la verdad es que se agradece que una película vaya al grano sin encontrarnos con esas dos horas y media o tres horas de rodeos y de sobreañadido vacío que se están volviendo en una odiosa costumbre con las películas de hoy en día.

Hay quien dice que en "Seis días y siete noches" hay una parte muy reconocible de "Indiana Jones". Y es cierto. Encontramos aquí a la versión más auténtica del buen Harrison Ford en su salsa original de Jones, con una buena carga de aventurero guasón, aquí algo más entrado en años pero con el mismo regusto de machote intrépido con su sex appeal de toda la vida. Completa el aderezo una Anne Heche destilando efluvios de sensualidad que encandilan por su sencillez y naturalidad. Sobreactuaciones de ambos en algún que otro momento de la película pero que en último término ayudan a la parte cómica (que no estúpida) de la trama. Ivan Reitman consigue que identifiquemos claramente los momentos cómicos de los momentos románticos y de los momentos aventureros, le da a cada uno su saber estar y que no se pisen entre ellos, lo que de no conseguirse, restaría valor a la película y la convertiría en una gilipollez integral.

Es en definitiva algo muy agradable de ver, una mezcla de "Indiana Jones" y de "Náufrago" con rasgos de aquel amor inevitablemente creciente que vimos en "La Reina de África". Deja buen cuerpo, para qué vamos a engañarnos.