He aquí una tragicomedia divertidísima en la que el drama, el suspense y el humor hacen acto de presencia a partes iguales. Con ese sello "made in Coen" tan característico de humor negro socarrón teñido de sangre y absurda confusión, se crea durante toda la cinta un clima de macabra tensión donde todos sus protagonistas creen conocerse en posesión de la verdad pero donde ninguno de ellos acierta ni con las cartas propias ni las ajenas.

Magnífica cuando coge velocidad y mejor aún cuando se torna lenta, recreándose entonces en lo estrafalario del momento y refocilándose en la bazofia de sus personajes. Es como si a Joel Coen le gustara verles sufrir, con cierto toque de recochineo y burla. Y ahí reside el encanto de la cinta, en su particular manera de hacer reir con la sangre y el sufrimiento ajeno.

Me encantan las actuaciones de los cuatro actores principales. Perfectamente caricaturizados, con caracteres identificables desde el primer momento, mostrados con una sencillez muy clara y directa. Sabes lo que sienten solamente con ver sus miradas, intuyes lo que piensan y aciertas (más o menos, por supuesto) con lo que van a decir. Siempre es de agradecer que en una peli puedas identificarte con sus personajes, te gusten o no, y aquí se consigue de manera convincente.

En definitiva, una cinta para ser disfrutada preferiblemente de noche, en uno de esos momentos en los que el cuerpo te pide algo diferente, que te mantenga enganchado a la pantalla y con lo que te puedas reir un rato sin caer en las típicas bromas o chistes estúpidos de película estúpida hecha para gente estúpida. Aquí reirás sin estupideces, viendo cosas que si las vieras en otra peli, te dejarían mal cuerpo y mal sabor de boca. Pues aquí el cuerpo se queda con ganas de más y la boca con gusto a un buen vino dulce Moscatel.