Si pensamos que a finales de los setenta y principios de los ochenta era frecuente que esta cinta apareciera en primer lugar en la lista de las mejores películas de la historia del cine, motivos tenemos para alucinar. Hoy en día, "Muerte en Venecia" se define con una palabra: ridícula. El falso esteticismo chirría más que la carreta de Jorge Cafrune. Los diálogos (por fortuna pocos) son de una pedantería difícil de creer. Los decorados y figurines son terriblemente falsos, y uno se imagina siempre al director detrás de la cámara diciendo: "acción". Además, la famosa sinfonía de Mahler que suena, creo que es la quinta, me parece un muermo bastante insustancial (los admiradores de Mahler me resultan casi tan extraños como los admiradores de Visconti). En fin, un espanto.