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Voto de FEnrique:
10
Drama Cuando Zampanó, un artista ambulante, enviuda, compra a Gelsomina, la hermana de su mujer, sin que la madre de la chica oponga la menor resistencia. Pese al carácter violento y agresivo de Zampanó, la muchacha se siente atraída por el estilo de vida nómada, siempre en la calle (la "strada", en italiano), sobre todo cuando su dueño la incluye en el espectáculo. Aunque varios de los pintorescos personajes que va conociendo en su deambular ... [+]
23 de mayo de 2023
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¡Ay, no te acuerdas , Laura, de las burlas del Mato!,
No sabe estar callado este loco poeta
y Zampanó se enfada y ejecuta a la Risa,
y no quiere escuchar
aquella melodía tierna de Gelsomina
que vierte su amargura en una calma rota
y glosa su destierro en la lengua que arrastra
la mórbida condena que navega en el aire.

La Strada era una de las películas que más y mejores críticas tenía en nuestro cerrado círculo de amigos, todos éramos aficionados al cine, por ello me entristeció más que casi todos se hubieran olvidado de "Il Mato", un Richard Basehart que nos recuerda al niño travieso, tierno y deslenguado que todos llevamos dentro, y convirtieran la película en un diálogo entre la furia primaria, no del todo malintencionada, pero de consecuencias funestas e irreversibles de Zampanó y el amor sin medida ni razón de la deliciosa Gelsomina. Por supuesto que Anthony Quinn y Giuletta Masina también están soberbios; él sabe representar el nihilismo involuntario de los que nunca tienen nada, ella la tristeza herida de los que nacen solo por el amor que no se encuentra..

Siempre he recordado la tarde de agosto en que vi La Strada por primera vez, el sueño entre Laura y yo parecía haber entrado en un letargo y esos momentos agitaban nuestras conciencias; no pudimos escapar de la bondad de Gelsomina, de su carácter abnegado y su inclinación acusada hacia la sentimentalidad, del amor, la libertad temeraria e irrenunciable del Mato, de la brutalidad, consecuencia de la ignorancia y de la mala vida de Zampanó.

Creo que Fellini, sobre todo en su primera etapa, era un poeta de primer orden, escribiendo el guion (con afortunadas colaboraciones), manejando la cámara como si fuera un pincel que busca la poesía agónicamente en la soledad asumida del blanco y negro de los expre. La Strada es una de esas películas que se quedan en el alma, sus personajes son casi títeres abandonados al destino; Zampanó, Gelsomina y Il Mato no tienen la culpa de la debilidad de sus propias naturalezas. Uno mata arrebatado por su ira contra la risa que no comprende, la otra siente un amor enfermizo y un comportamiento masoquista, pero se convierte en un referente universal por la pureza de su corazón, el poeta, aquí le llaman loco, miente en sus versos pero dice la verdad en la calle y eso es tan peligroso que acaba costándole la vida, cuando pensaba que la vida merecía la pena a pesar de las miserias.

Apenas puedo hablar de Fellini en estos días; hace ya demasiados años que no veo una película suya; Las noches de Cabiria y La strada son películas que no se olvidan fácilmente, ambos personajes carecen de inteligencia, pero están llenos de candor, intentan solucionar las situaciones con una sonrisa y las buenas intenciones. Se exageró cuando hablaron de Giulietta Masina como si fuera la réplica femenina de Chaplin. Es cierto que no tiene un cuerpo de doctrina, sobreviven sin pensar, aunque Gelsomina se muera y nos deje su canción navegando en el aire, pero la grandeza de su corazón no tienen cabida ni siquiera en el mundo de los sueños.

Vi La strada tarde, muy tarde, el año era 1990, ya había visto unas cuantas películas de Fellini. Había voces en aquel entonces que hablaban de que había envejecido mal, que había pasado a la historia, como la chica de Jagger y Richards, una de esas críticas creo recordar que era la de Gaetano Veloso, me extrañó, ya que está lleno de sensibilidad. Por suerte en este tiempo se ha recobrado la cordura, aunque sea en unos pocos apartados. Presenta unos mitos universales y el marco, miserable, casi lóbrego, de la Italia de los 50, hace creíble la historia de un amor no correspondido, abnegado, que sonríe a la cara a los ojos de la tristeza, y el inevitable encuentro prematuro del Loco, que insiste en provocar solo porque le divierte que enfade lo que no se comprende, con la muerte.

No debemos buscar más, lo que encontramos es un paseo por los sueños abortados y el gran cine que desprende la inolvidable banda sonora que lo inunda todo, incluso lo que tenemos que imaginar porque no sale en la pantalla. Un Zampanó cuya dura vida ha hecho que no se estremezca cuando tiemblan los pobres, que hace cosas de un malvado, aunque no lo sea. Las consecuencias de sus actos son espantosas, irreversibles.

Pienso que debemos acudir a la Strada cada vez que exigimos al cine que nos devuelva la poesía, quizás no sea bella la que saquemos de ella, pero es tan profunda que es posible que nunca lleguemos a llenarnos de ella completamente.
.
Quizás deba volver al cine, A,, pedirle que me devuelva la poesía que no encuentro en las versiones subtituladas que no son originales. Quizás sea un pedante perdido en un mundo que castiga a los disidentes con el olvido, ya que está mal visto en estos días meter en prisión a los hombres por sus ideas. Gelsomina y Zampanó viven un amor imposible entre una tierna y un bruto capaz de masacrar a un loco en un arranque de ira. Pero ya sabemos que los amantes de los pájaros los encierran en una jaula, y hay veces que los ciegan..
FEnrique
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