Hace poco escuchaba al gran Alejandro G. Calvo de Sensacine afirmando que cuando se habla de cine clásico, a menudo los críticos se refieren a un estilo donde la cámara siempre sigue la historia, y donde el montaje es simple y ofrece mensajes claros. Citaba como directores clásicos actuales a Clint Eastwood, Spielberg, Fincher… sus películas e imágenes no dan lugar a interpretaciones. Y creo que esta película es un ejemplo claro de cine clásico, sin duda no destaca por su montaje, pero el conjunto es sólido.

La puesta en escena y vestuario recrean la Alemania Oriental de la mitad del siglo XX dando fuerza al conjunto, con unas con unas actuaciones corales que dan credibilidad a este hecho histórico. El guión relata una anécdota que podía haber quedado en un suceso sin importancia, pero que el director consigue que te atrape. En definitiva, un buen resultado, interesante, a la altura de los actuales cineastas contemporáneos alemanes.