Es difícil que esta saga no te exprima el corazón en algún momento y rebusque entre tus preocupaciones de adulto para encontrar el recuerdo de juguetes que ocupaban un lugar privilegiado en nuestros espacios. No siendo la animación mi género favorito, la idea medular de Toy Story me parece maravillosa.

Centrándome en la segunda parte, el salto a nivel de animación es destacable y el guion es, sin duda, más elaborado que en la primera. Sin embargo, en mi opinión, el efecto sorpresa de la primera Toy Story desaparece. Es decir, la innovadora idea que supone basar una película en las historias de tus juguetes de la infancia, ya se ha descubierto por lo que considero que tiene algo menos mérito que la precuela. Por otra parte, el 22 veces nominado por la Academia (como Meryl Streep, por cierto), Randy Newman, no aporta casi nada nuevo en la banda sonora de esta película después de la crear la maravillosa “You’ve got a friend in me” de la primera parte (por cierto, ¿alguien recuerda ver la actuación de Randy Newman y el entonces marido de Julia Roberts, Lyle Lovett, en los Oscars e interpretando esta canción? ¡Memorable!)