Ejemplo: el secuestrador es un super agente del FBI, probo pero poco apegado al protocolo, capaz de realizar acciones censurables pero amante padre de su hijo. Suena feo, suena tonto. Desde el inicio. Y después se complica. Pende sobre el paparulo antes mencionado la duda de si lo que hace obedece a una causa noble o no. Ese es el gancho. Sobre este tópico piensan sostener doce (o quince o los que fueren) capítulos donde en cada uno ya es visible que un giro argumental, pavote, aparecerá al final, con fines dilatorios, para convencernos de que vale pena esperar a la semana próxima. Personajes de cartón pintado, actuaciones mediocres (bueno, con ese guión es casi imposible) con la excepción del de Toni Colette que la lleva bastante bastante bien, sólo porque es buena actriz. En fin. Embole a la máxima potencia.