Al igual que con los diálogos, el fuerte de la franquicia sobre gorilas motorizados con crucifijos más grandes que sus bíceps jamás ha sido el de estrujarse los sesos bautizando con títulos rebuscados a cada nueva entrega ¿'Fast and Furious 5'? O qué hostias... '¡Fast 5', y va que chuta! Tal vez lo idóneo habría sido algo como 'Fast 5: Godzilla vs Kong', dado que lo único que la distingue de las 4 entregas previas es que aquí acontece la 1° cumbre de alopécicos anabolizados entre Vin Diesel -cabeza visible, pero que muy visible, de la saga- y Dwayne 'The Rock' Johnson', el futuro robafranquicias -hasta el punto de que necesitaron crearle la suya propia para evitar fricciones entre las divas calvas-.
Por aquí aún se deja ver la futura estrella estrellada Paul Walker -un poco menos rubio, un poco mejor actor- tratando de convencerse a sí mismo de que su personaje es imprescindible para la franquicia: lo mismo pasa con Tyrese Gibson, Jordana Brewster, Matt Schulze, Sung Kang, Don Omar, Tego Calderón, la recién llegada Elsa Pataky o una esmirriada Gal Gadot que físicamente todavía era Miss Israel 2004 pero cuya chulería ya apuntaba aptitudes para convertirse en la guerrera amazona de Themyscira. La única persona capaz de arrebatarle el protagonismo a Diesel y Johnson regresaría -para no volver a irse jamás- en el 6° episodio, tal como se sugiere en el epílogo de ésta.
Justin Lin dirige por 3° vez consecutiva, con Joaquim de Almeida abordando (again) el personaje de maloso latino que conoce de memoria. Al menos aquí le toca hacer de 'brasilero' y puede hablar en su idioma.
Las competiciones callejeras de coches deportivos pierden toda relevancia en el argumento -el poco que hay-, hasta el punto de que la única en toda la película es zanjada con una elipsis.