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Voto de antonio lopez herraiz:
7
Terror. Fantástico Años después de los incidentes en Elm Street, la joven Nancy se ha convertido en una psiquiatra especializada en terapia del sueño, pero Freddy también sigue en activo, y comienza a aparecerse en los sueños de varios de ellos. Nancy los reúne a todos en busca de una forma de parar al monstruo. Para ello, los pacientes aprenden a desarrollar habilidades especiales en sus sueños. Alguno puede ser un mago, otro un superforzudo, un maestro ... [+]
26 de agosto de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hubo una época, no tan lejana -bueno, no en nuestra memoria-, en que el cine fantástico y de terror era esto. Violencia gráfica y gore artesanal, sin casquería digital. Diálogos desacomplejadamente estúpidos y unos magníficos FX stop motion con esqueletos que alzan de la tumba. Marionetas humanas con las venas utilizadas como cordel. Gigantescos gusanos 'traganiñas' con la cara de Robert Englund. Sin olvidarnos de la arquelógica sensación de disfrutar en su versión pipiola a ciertas caras conocidas cuando gastaban el doble de pelo y la mitad de su actual perímetro corporal: por aquí se deja ver un joven -pero no primerizo-, Laurence Fishburne y una imberbe Patricia Arquette.
Rematemos la jugada, tal y como manda la tradición del fantasterror ochentero, con jugosos desnudos gratuitos que incluyan fantasías con enfermeras calenturientas -es lo que tiene hacer una película sobre los sueños adolescentes-, sonidos metaleros a cargo de Dokken, cameo de Zsa Zsa Gabor parodiándose a sí misma y haciendo la mamarracha, y ahora sí, una historia que conecte de verdad con la primera entrega -con el regreso de Heather Langenkamp y John Saxon-, y en la que tres pesos pesados del fantástico como Wes Craven -ahora guionista-, Frank Darabont y el realizador Chuck Russell tratan de darle un pasado a Freddy Krueger, a la vez que consiguen transformarlo en el showman más carismático del género. Freddy no es ni será jamás un psycho-killer sin rostro, a imagen y semejanza del resto de perturbados enmascarados que destripaban, acuchillaban y atormentaban a hordas de veintañeros con encefalograma plano durante la era Reagan. Tal vez sea eso lo que ocurre cuando detrás del maquillaje se oculta un gran actor, y no un simple doble o especialista de riesgo.
antonio lopez herraiz
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