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España España · Madrid
Voto de Eduargil:
9
7,1
9.025
Animación. Aventuras. Drama. Fantástico Historia muda sobre un náufrago en una isla tropical desierta, poblada de tortugas, cangrejos y aves. La película cuenta las grandes etapas de la vida de un ser humano. Debut en el largometraje del animador Michael Dudok de Wit (ganador del Oscar por su cortometraje "Father and Daughter"). Una coproducción de varias productoras francesas y el Studio Ghibli. (FILMAFFINITY)
10 de enero de 2017
50 de 57 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los rumores de un posible cierre del Studio Ghibli a mediados del año 2014 sacudió y conmocionó a millones de seguidores en todo el mundo, los cuales ya estaban muy afectados y afligidos cuando su fundador, Hayao Miyazaki, considerado el Walt Disney de Oriente, anunció un año antes a través de un comunicado su retirada como director de largometrajes. La compañía no tardaría en desmentir tales rumores sobre su desaparición tras informar que tan solo se tomaría un descanso provisional para realizar una reestructuración debido a los altos costes generados por la empresa. Pues bien, ahora vuelve con fuerza al panorama cinematográfico mundial, y lo hace con su primera coproducción internacional, La Tortuga Roja, dirigida por el director holandés Michael Dudok de Wit, y coproducida por Francia. Tres nombres propios importantes en la producción son la base en la que se sustenta este ambicioso proyecto: de parte japonesa, Hayao Miyazaki (El Viaje de Chihiro, La Princesa Mononoke, y Mi Vecino Totoro) e Isao Takahata (La Tumba de las Luciérnagas y El Cuento de la Princesa Kaguya), y de parte francesa, Vincent Maraval.

Hace más de diez años, Michael Dudok de Wit recibió un importante correo de Studio Ghibli, con dos peticiones; la primera, permiso para distribuir su cortometraje Padre e hija (2000) en Japón, por el cual recibió multitud de premios internacionales, como el Oscar al Mejor Corto de Animación o el Gran Premio en el Festival de Annecy, además de cosechar muy buenas críticas tanto de la prensa especializada como del gran público, para llegar a convertirse a día de hoy en todo un clásico y corto de culto. La segunda, una oferta para trabajar en su estudio con la posibilidad de dirigir su primer largometraje, ya que hasta ahora solo tenía en su haber la realización de cuatro cortometrajes. De esta manera, la idea de un hombre en una isla desierta que llevaba rondando la mente del director holandés desde hacía un tiempo, empezó a rodar, y así nació La Tortuga Roja. Diez años de esfuerzos ha empleado Dudok de Wit para realizar esta impresionante, emotiva y encantadora maravilla visual.

Sin utilizar ningún diálogo, nos cuenta la historia de un hombre que naufraga en una isla desierta poblada de cangrejos, tortugas y aves, cuyos intentos repetidos de escapar en diferentes balsas de madera improvisadas son malogrados por una fuerza invisible. Dicha fuerza resultará ser una gigante tortuga roja. Cuando al hombre enfurecido se le presenta la oportunidad de vengarse de esta misteriosa criatura, no la desaprovecha, y tras su posterior arrepentimiento por la acción cometida, la tortuga roja se transforma en una hermosa mujer que le hará compañía en la isla para el resto de su vida.

La escena inicial de una tormenta con un mar embravecido, en donde nuestro protagonista lucha por sobrevivir, recuerda a la famosa estampa japonesa La gran ola de Kanagawa del pintor Katsushika Hokusai donde se refleja esa dualidad existente entre la fragilidad de los seres humanos y la imparable fuerza de la naturaleza. La Tortuga Roja es un retrato de nuestro mundo, capaz de ofrecer belleza y crueldad al mismo tiempo. Esa furia y fuerza destructiva de la naturaleza actúa con mayor vehemencia y contundencia en otro episodio de la película, en el que sentimos toda su inmensidad y grandiosidad convirtiendo a las personas en diminutos, pequeños e insignificantes seres vivos.

A pesar de estar dirigida y coproducida por europeos, conserva muchos elementos y temas característicos de la factoría Ghibli, ese toque de misticismo y misterio en la historia, el respeto y el amor por la naturaleza, el paso de la infancia a la vida adulta, e inclusive intervienen unos traviesos y simpáticos personajes en forma de cangrejitos, con muchas semejanzas y similitudes a los asustadizos y curiosos Susuwatari que aparecen en Mi vecino Totoro y El viaje de Chihiro, unos seres pequeños muy oscuros en forma de bola y pelo rizado. Cuando la tortuga se convierte en una compañera humana, la película se transforma en un hermoso y lírico viaje a través de la vida, una apacible y onírica fábula llena de misterio, capturando la crisis existencial del hombre que termina aceptando su situación para enfrentarse a la isla, y aprender a disfrutar de su entorno.

El público al que va dirigido Ponyo en el Acantilado (2008) evidentemente no es el mismo que el de La Tortuga Roja, aunque hay momentos cómicos de mucha ternura, delicadeza, y muy conmovedores, no se trata de una película para niños debido a su trasfondo filosófico y existencialista donde se nos habla de la realidad de la muerte, y en la que Michael Dudok de Wit pretende transmitir que no necesitamos oponernos a la muerte, ni temerla, ni luchar contra ella ya que se trata de algo natural que forma parte del ciclo de la vida.

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Eduargil
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