Puede parecer que es la enésima película de posesiones, pero su ambientación y desarrollo, además de la banderita británica coronando la ficha de la película, le da ese puntito diferente que, desgraciadamente, no es suficiente.

Y es que la película se pierde, se esfuma entre ambientaciones y tensiones que no llegan a ningún puerto, y lo que pretende ser algo un poco más psicológico mezclado con la moda del metraje encontrado, acaba siendo una película que se olvida con demasiada facilidad.