Aunque esto no interese en absoluto al lector de turno, he de decir que siempre me ha parecido sorprendente lo poco que me gusta esta película para los ingredientes que lleva. El cyberpunk para mí es casi religión, películas como Matrix figuran en las más altas posiciones de mis rankings, los videojuegos gobiernan en mi vida y todo lo que huela a japonés goza de un prejuicio positivo extra en todas sus artes. Ghost in the Shell, uno de los pilares más fundamentales del universo cyberpunk, no me gusta todo lo que me gustaría.

Que no la disfrute tanto como espero no significa para que me maraville lo influyente que ha sido y sigue siendo. Ghost in the Shell es como la biblia del cyberpunk. La guía básica que define escenarios, comportamientos y situaciones de una manera casi dictatorial. Puedes encontrar en todas las películas de ciencia ficción del subgénero cosas que se acercan a Ghost in the Shell. Simplemente, sin esta película el género a día de hoy no sería el mismo.

Megacorporaciones, unidades especiales, tecnología avanzada que se irgue sobre los suburbios más pobres de un distrito, cyborgs, inteligencias artificiales avanzadas y un montón de cosas que a día de hoy se nos antojan clichés pero que en su momento no lo eran, al menos no de esta manera.

Ghost in the Shell es simplemente indispensable, y es más lo que ha aportado que lo que realmente es.