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Drama. Romance
Álex (Eduard Fernández), un director de cine tímido e introvertido, intenta terminar su último guión. Con este propósito decide alejarse unos días de su familia e ir a los Pirineos en busca de calma e inspiración. En el pueblo en el que se aloja conoce a Mónica (Montse Germán), una violinista que está de vacaciones en casa de una amiga. El amor surge entre ellos, pero se verán obligados a reprimir sus sentimientos. (FILMAFFINITY)
18 de noviembre de 2006
9 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cesc Gay sigue creciendo: con "Hotel Room" se dió a conocer, una pequeña, casi "underground" película que descubrió un talento en ciernes; con "Krámpeck" confirmó su capacidad para contar historias relacionadas con el amor y el sexo, con una sensibilidad ciertamente llamativa; con "En la ciudad" demostró su facultad para hablar de temas cotidianos a varias bandas, interesando siempre, fascinando con frecuencia. Ahora, viendo esta pequeña joya del cine español reciente que es "Ficción", uno recuerda inevitablemente aquella bellísima historia de amor oriental que se tituló en todo el mundo "In the mood for live" y en España se distribuyó como "Deseando amar" del director chino Wong Kar-wai. (ver spolier).
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
"Ficción" recorre ese mismo espacio, aunque de forma totalmente distinta; podría decirse que la película china es la inspiración, pero el relato español tiene su propio camino: dos seres humanos hombre y mujer, ambos razonablemente felices en sus respectivas relaciones, él con su esposa, ella con su pareja, vivirán unos dias de convivencia en el bellísimo paisaje del Pirineo catalán; en esa relación, de teóricos amigos va colándose, como sin esperarlo, un amor que los desasosiega. Pero ambos no se atreven a dar el primer paso, temerosos de romper su vida cotidiana, la suave rutina de sus dias con sus respectivos compañeros. Cuando ambos están en pantalla, que es casi siempre, la tensión, sutilísima, se palpa, trasciende desde la pantalla de una forma infinitamente más turbadora que si la pareja (que no se atreven a serlo) diera rienda suelta a su pasión desaforada. El único contacto físico, el postrero beso de despedida, será como un orgasmo devastador, una potentísima bomba erótica sin embargo tan poderosa; una callada hermosura, una delicatessen para los cinéfilos, una prístina obra de arte. Chapeau para los actores, todos espléndidos.