Otra oportunidad perdida.
Un tema actual de gran importancia, una historia real, la posibilidad de hacer un film serio y que deje poso; pero como siempre, fracasan. Les pueden las banderas y vender su panfleto.
En lugar de tratar la historia en toda su magnitud, se fijan solamente en los detalles y, de paso, nos cuelan un reclamo político que, además, es irreal.
Entre todos y cada uno de los malos planteamientos, sorprende la inconsciencia del profesor con la España de 1935, y como la directora omite totalmente los problemas reales de la España de entonces (independientemente de los colores de unos y otros), para mostrar una estampa idílica e idealizada de algo que no lo era.
Luego está el personaje de Laia Costa, al que hay que dar de comer aparte. Toda la película enfurruñada, tratando mal a quien se le ponga por delante, exigiendo por doquier sin dar nada a cambio, maltratando a su madre...¿porqué? Nunca lo sabremos, no tendrán la delicadeza de explicarlo. Como tampoco que le corra prisa buscar los orígenes de su abuelo cuando este se encuentra en sus últimos días...
Un mensaje muy bucólico, en la que unos muy muy buenos lo hacían todo bien y los muy muy malos no les dejaban. Una lectura simplista de una realidad mucho más compleja.
Seamos serios y sepamos interpretar lo que pasó en su justa medida, aceptando las virtudes pero sobre todo asumiendo los errores, y muchos, que hubo por parte de ambos bandos; y no mostremos solamente lo mal que unos lo hicieron.
Películas como esta no ayudan, no enseñan, dan una visión sesgada de algo de lo que todavía tenemos que aprender.
Mal.