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Voto de Ignacio Larrea:
5
Acción. Thriller. Drama. Bélico Bob Lee Swagger (Mark Whalberg) es un ex-tirador de élite del ejército de los Estados Unidos que abandona las fuerzas armadas después del fracaso de una misión extraoficial. Cuando le piden que se reincorpore, regresa al servicio a regañadientes, pero vuelven a engañarlo. A pesar de llevar dos balas en el cuerpo y de ser el objetivo de una caza a nivel nacional, Swagger planea su venganza... (FILMAFFINITY)
25 de febrero de 2010
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entretenida película de acción, aunque sea una gran fantasmada.
Para pasar el rato viéndola es preciso olvidar cualquier atisbo de verosimilitud en los diversos y más bien ridículos acontecimientos que van sucediendo sin más ni más, de forma más bien apresurada y alargando el filme hasta extremos lamentables.
Comienza bien, con un buen prólogo y hasta la primera media hora la acción se sostiene gracias a un montaje ágil.
Sin embargo, poco después comienzan las incoherencias, tomaduras de pelo (la forma en que le sacan la bala y él mismo se cura, hasta ese momento, las heridas de bala..), y los diálogos se tornan ridículos.
Todo es un sinsentido y se deriva hacia unos planteamientos peligrosos hasta en su fondo, a pesar de que se arrojen presuntas puyas a actuaciones incorrectas del Gobierno de Los Estados Unidos, como cuando se dice que "sí, es verdad, como que había armas de destrucción masiva en Irak...".
Pero al final se descubre que, cuando la Ley falla, por su ordenamiento Jurídico, hay que hacer la justicia por la propia mano, justicia que deriva hacia el asesinato, aunque sea de los malos malosos de la función. Algo asqueroso que indica bien a las claras las verdaderas intenciones que alberga el filme. Artero y pendencioso a más no poder, aunque narrado con eficacia por Fuqua, que va a gran velocidad a tierra de video club, si no se anda con cuidado.
En fin, que se puede pasar el rato viendo esta chorrada donde los buenos no fallan un solo tiro y a ellos ya les pueden tirar hasta con misiles, que casi ni se inmutan, pero es tendenciosa y finaliza de forma más bien vergonzante, con un epílogo de juzgado de guardia.
Ignacio Larrea
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