Con muy buenas críticas y con varios premios, incluido el de Mejor Película en el Festival de Sitges, "La invitación" promete buenos momentos de cine de género de calidad. Y no defrauda. Además de ser un excelente thriller, añade una reflexión sobre el miedo de nuestra sociedad al dolor y de cómo recurimos en exceso a los calmantes, aquí en forma de señuelos pseudoreligiosos.
Todo va a transcurrir una noche, en una lujosa casa de una urbanización de Hollywood (sorprendentemente sin cobertura telefónica) dónde han sido invitados un grupo de amigos que llevan dos años sin verse a causa de un desgraciado accidente. La inteligente sucesiva aparición de los personajes (curiosamente de todos los orígenes raciales) los diálogos y situaciones que van derivándose de los roles de cada uno, se tejen en el guión con un ritmo exacto para que la tensión vaya aumentando sin pausas. Sin embargo, en el último tramo el espectador intuye lo que va a pasar (cómo el mismo protagonista de la historia) y por ello no se sorprende del desenlace, a mi juicio, lo más tosco y tópico de la trama, aunque la escena final pretenda ir más allá sembrando cierta inquietud.