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Voto de Cinemagavia:
7
Drama. Thriller Para ofrecer una vida mejor a su familia en la zona rural, Mateus, de 18 años, acepta un trabajo en un vertedero de São Paulo. Pero se ve atrapado en el peligroso mundo del tráfico de personas. (FILMAFFINITY)
13 de noviembre de 2021
15 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Del campo a la ciudad

7 prisioneros (7 prisoners) empieza con un ritual poco menos que ancestral y, además, bastante común en casi cualquier lado del mundo. Un joven que vive en el campo, Mateus (Christian Malheiros), junto con unos amigos, se dirige hacia la gran ciudad, en este caso Sao Paulo, en busca de prosperidad. Todo comienza según mandan los cánones, incluyendo una despedida de la familia, emotiva y sentida. A partir de ahí da comienzo un viaje, que no será precisamente hacia un futuro próspero, sino hacia un presente infernal. Pronto los jóvenes se dan cuenta de que las promesas de un contrato de trabajo y un jornal no son otra cosa que papel mojado.

Mateus y sus amigos se verán en la tesitura de trabajar en una chatarrería bajo la tiránica supervisión de Don Luca (Rodrigo Santoro). El desempeño del trabajo incluye jornadas inacabables sin remuneración, condiciones higiénicas y laborales abominables, y la continua coerción de la violencia. Los intentos de escapada son reprimidos muy duramente, a la par de que los jóvenes son amenazados con represalias sobre sus familiares.

7 prisioneros (7 prisoners) por lo tanto, tiene todos los elementos familiares al drama social asociado a las penurias de la pobreza. Y se condensa en la idea de la esclavitud moderna que pone fin a toda esperanza; todo ello añadiendo el aparato violento de una auténtica mafia. Sin embargo Mateus idea una forma de tratar de sobrevivir intentando un acercamiento a Don Luca.

*Una imagen sombría

7 prisioneros (7 prisoners) muestra una imagen absolutamente sombría del lado menos afortunado de Brasil. En este aspecto la película tiene varias naturalezas: es una fotografía de una realidad sórdida e infrahumana; es un diagnóstico que no solo indica el síntoma, sino los mecanismos estructurales que posibilitan la pervivencia de una esclavitud moderna. En última instancia, es el relato de Marcelus, un joven quien para sobrevivir se aproxima a su esclavizador. Lo que empieza siendo una estrategia de supervivencia se convierte en algo más. Al final, todo deriva en un dilema moral de pertenecer a tu clase y seguir a tu conciencia, o conseguir que ésta se acalle y tirar hacia adelante.

Mateus es el epicentro moral. Su servilismo le lleva a tener algunos privilegios y acaba convirtiéndose, salvando las muchas distancias, en una especie de kapo de los antiguos campos nazis de concentración. Inicialmente como estratagema para escapar, luego quizá no tanto. Y este es el diagnóstico que quizá quiera ofrecernos la película sobre la actual sociedad brasileña, donde si naces en el lado menos afortunado lo único que hay en todas las direcciones es miseria. Salvo que dejes tus principios atrás. Alexandre Moratto hace que el personaje de Mateus sea lo suficientemente ambiguo como para que no anticipemos que decidirá.

El nombre de Mateus, especulando, quizá tenga su motivo. El apóstol San Mateo se nos cuenta que fue recaudador de impuestos al servicio de los romanos, y que era visto como un traidor por su propio pueblo, por su propia clase. Y hay algo de este sentimiento durante la película que no anda lejos de ello. Por otro lado, es imposible pasar por alto el tema de la trata de personas y el tráfico de seres humanos que tensará aún más la tensión y el socavón moral.

*Algunos elementos de 7 prisioneros

7 prisioneros (7 prisoners) utiliza una factura sencilla en extremo, como si la cámara fuese un notario de lo que acontece. No es raro que la cámara vaya cámara al hombro, acompañando a los actores sin ningún tipo de aderezo o adorno. Algo habitual en el cine social cuando refleja en situaciones marginales. No es, para entendernos, una puesta en escena cercana a Ciudad de Dios (2002), que tenía un aire casi a lo Scorsese, aunque Fernando Meirelles esté entre los productores de la película. Tampoco la acción desgarradora de las película de Tropa de Élite, por seguir con los ejemplos brasileños. Es algo mucho más sencillo, y probablemente acertado teniendo en cuenta el cariz de la historia. Se trata de una especie de neorrealismo naturalista.

El ritmo de la narración es directo pero no particularmente rápido, porque en realidad aparte de mostrar una realidad cruda y terrible, lo básico de esta película es el desarrollo de los personajes, y los matices que van adquiriendo. Quizá 7 prisioneros (7 prisoners) a veces parece que embarranca y persiste en una idea cuyo desarrollo podría ser más ágil. Pero tampoco es un defecto muy marcado. Mención especial para la ambientación sucia, gris y desesperanzadora. Un amasijo de chatarras y barro, donde predomina la angustia.

Actoralmente el peso recae sobre Rodrigo Santoro en el papel de déspota dueño de un "negocio" que se aprovecha de la esclavitud y el tráfico de seres humanos, y también sobre el inteligente y algo ambiguo Christian Malheiros. La relación entre ellos, y su evolución es uno de los activos de la película, siempre en el terreno de la sobriedad. Con aspereza, pero sin melodramas. La mayoría de los actores, salvo Santoro, apenas tienen bagaje en el cine, lo que nos recuerda también a los viejos neorrealistas italianos.

*Conclusiones

7 prisioneros (7 prisoners) es un sórdido compendio de las mezquindades del lado gris de la sociedad brasileña. El fatalismo del ambiente sucio se adueña de la pantalla, mostrando esclavitud moderna, tráfico de seres humanos, y la connivencia de los estamentos políticos y policiales. La verdadera angustia nace no solo del maltrato, sino de vislumbrar que la única salida en torcer tu conciencia. No son pocos los dilemas morales que nos encontraremos en la película, rodados de forma desesperanzada y naturalista. 7 prisioneros (7 prisoners) podría ser perfectamente una de las propuestas recientes de Netflix más interesantes.

Escrito por Mariano González
Cinemagavia
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