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Voto de Cinemagavia:
8
Drama La historia sigue a una pareja de ancianos. Él tiene problemas de corazón y ella padece Alzheimer. Una mirada cercana a la realidad de este matrimonio que trata de lidiar con sus enfermedades y el paso del tiempo.
29 de julio de 2022
10 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Partiendo de la propia experiencia

Gaspar Noé es el tipo de cineasta comparable al científico loco, cuyo nombre invita a esperar experimentos formales, al menos en sus películas más interesantes. Vortex, con 134 minutos y casi su totalidad en pantalla dividida, encaja en ese grupo. No obstante, esta tranquila y lenta mirada a una pareja de ancianos que padecen diversas enfermedades, es la obra más sensible y accesible del cineasta.

En 2020, Gaspar Noé sufrió una experiencia cercana a la muerte, debido a una hemorragia cerebral, poco antes de que el mundo entero quedara bloqueado por una pandemia. Lo que surgió de este hecho fue un esbozo de diez páginas que detalla las experiencias complementarias de dos adultos en sus últimos días de vida. La implicación personal se intensifica por sus propios vínculos familiares con la pérdida de la memoria debido a la edad.

Al margen de los viajes psicodélicos de Climax y Enter the Void, la última película de Noé vuelve a contar con artificio narrativo. En un modo distinto al de Timecode de Mike Figgis o a cualquier película de Brian De Palma, Vortex introduce una pantalla dividida en los primeros minutos y la mantiene como una declaración sobre las dos historias de vida decadente que la componen.

*Anónimos

La pareja, sin nombre, está compuesta por el director italiano Dario Argento y por la estrella de La madre y la puta, Françoise Lebrun. Ambos intérpretes son referencias cinematográficas, pero Vortex no funciona como esa mezcla del horror y el melodrama que invocarían por defecto. En cambio, la película se desarrolla con la calma y el tiempo real que se acercan a Chantal Akerman, mientras la cámara sigue a los personajes a través de un apartamento claustrofóbico y ocasionalmente en las calles.

Su larga duración puede ser la única barrera de entrada, ya que el ritmo de Vortex puede poner a prueba la paciencia de un público cada vez más habituado a lo frenético. Un homenaje a la naturaleza siempre cambiante de la vida y a sus muchos giros imprevisibles. La intimidad que se ofrece al público en cuanto a las minucias de la vida de la madre y el padre resulta absorbente.

Con una puesta en escena impecable, la cámara sigue en silencio a ambos por su espacio vital como si el público estuviera pendiente de la pareja de ancianos, deseoso de ayudar si lo necesitan y aún más consternado cuando sólo puede observar con desesperación. Aunque al comienzo pueda distraer, el método del díptico es fácil de asimilar y ayuda a que la historia resulte atractiva. En algún momento transmite un cisma emocional entre dos personas, pero en el fondo está más cerca de jugar con las convenciones de lo realista, como ya hizo en Lvx Æterna.

*La memoria dividida

Desde el momento en que comienza la separación visual, las experiencias de la pareja se alejan, y en ocasiones se superponen. El efecto es menos vertiginoso que reflexivo, ya que Gaspar Noé y el director de fotografía Benoît Debie se adaptan al ritmo de las vidas de sus protagonistas. A veces, Vortex adopta carácter de documental, con el habitual efecto de parpadeo de Noé en lugar de los montajes invisibles como único recordatorio discernible del autor detrás de las cámaras.

La trama mínima de Vortex, se adapta a su enfoque de observación directa. Gran parte de la película se ha construido en torno a la perspectiva de ver a la gente seguir con sus vidas, ya sea negando la fragilidad que les rodea o huyendo de ella a través de la rutina. Aunque sus protagonistas estén viviendo sus últimos momentos, no tienen deseo alguno de llegar al final. En el primer plano, Noé muestra a la pareja sentada cómodamente en su balcón de París, disfrutando de una copa de vino mientras contemplan la ciudad. Brindan por la vida y después son filmados metiéndose en la cama juntos. Cuando despiertan, la imagen de cada cual ya ha sido separada. Los títulos de crédito presentan al director y a los protagonistas con los años de nacimiento bajo sus nombres, subrayando la mortalidad.

*La familia que no está

Argento interpreta a un envejecido crítico de cine que intenta escribir un libro sobre el cine y los sueños. Mientras que Françoise Lebrun es una psiquiatra jubilada que pierde continuamente la noción de dónde está y quién la rodea. A veces, su hijo adulto, Alex Lutz, también se apodera de uno las particiones, intentando trasladar a sus padres a un centro de asistencia, frente a la resistencia al abandono del hogar. Luchando con problemas recurrentes de drogadicción, su vástago tiene bastante de qué preocuparse por sí mismo. Estas complicaciones van surgiendo a medida que Vortex deambula de una escena a otra, con repentinas emergencias que salpican el proceso.

Aunque menos fascinante que inmersiva, la película funciona sobre un estado de duda constante, permitiendo a los espectadores asentarse en sus circunstancias. Sin embargo, los fotogramas divididos mantienen una base de ansiedad, reflejando así, el trasfondo emocional que aflige a sus personajes. Vortex arroja cambios repentinos, con la pasividad de la vida cotidiana dando giros imprevisibles a medida que el futuro inmediato de la pareja se convierte en una incertidumbre.

*Realismo formal

Noé comienza con una dedicatoria "a todos aquellos cuyos cerebros se descomponen antes que sus corazones". Una expresión conmovedora que confirma el drama narrativo, encarnado por su pequeño reparto. Dario Argento ofrece una interpretación envolvente, impulsada por la energía parlanchina de su personaje en la vida real, pero Françoise Lebrun es la verdadera protagonista. Su inestable personaje pasa de la lucidez a la confusión y viceversa con una sutileza extraordinaria. Las pantallas divididas rara vez se adentran en el territorio de la espectacularidad, aunque no siempre comparten la misma carga narrativa.
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Escrito por Juan Avilés Torres
Cinemagavia
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