Sin ser norteamericano, uno siente simpatía por ciertos personajes históricos asesinados -los Kennedy o Luther King- en los años 60. Esta película nos marca la nostalgia y la pena -lo qué pudo haber sido- como un fondo en el que discurren una serie de personajes y situaciones, unas más copnseguidas que otras, muy bien interpretados. Cabe destacar a Sharon Stone y sus diálogos en la peluquería y también a Demi Moore como artista alcohólica. El film parece simple y sencillo y por su forma de concebirlo es irregular. Como hiciera con el biopic de los hermanos Mitchell -pioneros directores porno en "Negocio peligroso"- otro acercamiento, en este caso en tercera persona, de un político clave en la reciente historia de los EE.UU.. Evidentemente, puede considerarse peyorativamente como una "vida de santos", pero su visionado es estimulante. Yo les aconsejaría que la viesen