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España España · Barcelona
Voto de Thrall:
5
Thriller. Acción Jason Bourne ha recuperado su memoria, pero eso no significa que el más letal agente de los cuerpos de élite de la CIA lo sepa todo. Han pasado 12 años desde la última vez que Bourne operara en las sombras. Pero todavía le quedan muchas preguntas por responder. En medio de un mundo convulso, azotado por la crisis económica y la guerra cibernética, Jason Bourne vuelve a surgir, de forma inesperada, cuando desde el pasado reaparece Nicky ... [+]
1 de agosto de 2016
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mis gafas anti-Greengrass son muy útiles para disfrutar de la saga Bourne tras caer en manos del director de “Captain Phillips” (profundamente odiada por el que escribe). Me las pongo y ¡zas! la cámara se estabiliza y los ataques espasmódicos del bueno de Paul cesan de inmediato, pasando del “modo Greengrass” al “modo Liman” y viceversa. Es un invento cojonudo. Debería patentarlo. Lo mismo sirve para ver “The Bourne Supremacy” o para que mi suegra no vomite cuando pongo algún vídeo hecho con el móvil. Y cuando usé mis preciados anteojos supresores de epilepsia me di cuenta de que las dos sucesoras de “Bourne Identity” eran muy, pero que muy buenas, a pesar de los movimientos de cámara y los planos cortos, ya que uno piensa a priori que semejante estilo videoclipero es más bien propio de quien quiere camuflar sus carencias como realizador. Pues bien, tras activar el “modo Liman”, es decir, el modo de estabilización óptica (y ojo, siempre en el contexto de la saga Bourne), es fácil ver que no hay tales carencias y que Paul Greengrass en realidad exuda talento y seguridad a partes iguales.

Entonces, ¿cómo es posible que esta última entrega me haya decepcionado tanto? Casi disfruté más de “Legacy” a pesar de la esperpéntica y fantasiosa ocurrencia de las pastillas verdes y azules que convertían a los agentes de la CIA en una suerte de yonquis biónicos. Almenos la historia tenia más sentido y transmitía más emoción. “Jason Bourne” parece sucumbir al mismo patrón de decadencia que hizo que el Bond de la genial “Casino Royale” bajase a los infiernos del sopor y la mediocridad donde moran “Skyfall” y “Spectre”. Matt Damon parece más aburrido que nunca rodando esta película. Su careto de úlcera perenne y su porte robótico contagian al espectador, que no consigue empatizar ni un segundo con el personaje. La secuencia incial de los disturbios resulta cargante por su duración y es demasiado impostada y reiterativa. Luego vienen los archiconsabidos tejemanejes de vigilancia satelital, pinchazos telefónicos y hackeo de dispositivos, el ir y venir de ciudades, la demostración de infinitos recursos por parte del protagonista (¿para qué las peleas ilegales si está claro que no las necesita?), el director de agencia “malo” que lo quiere fiambre pasando por encima de quien sea, la adjunta “buena” y ambiciosa que le ayuda de estranjis y, cómo no, el antagonista, igual de entrenado, igual de letal, pero siempre un peldañito por debajo (suficiente para morir a manos de Jason Bourne), encarnado por un hierático Vincent Cassel que se limita a poner cara de cabreo durante todo el metraje y que vuelve a desencadenar el inevitable duelo final, esta vez con temas personales de por medio. Demasiada repetición de unos esquemas que habían realizado muy bien su función en las anteriores entregas pero que decepciona volver a encontrarlos de forma tan descarada en una película que debió haber nacido para contar la historia de nuestro antihéroe desde otro prisma bien distinto (y a poder ser menos epiléptico).

Olvidable cuarta entrega. Una oportunidad perdida de hacer algo diferente cuadrando el círculo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Thrall
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