Debe de haber algo en el cine de Hirozaki Koreeda, el director japonés de mayor prestigio de la actualidad y el que más desde... ¿Kurosawa? (o a nivel escalón anterior, Kitano, Imamura y ya ), que no termina de hacerme suyo, atento y servidor. Y eso que lo primero que recuerdo de él es Nobody knows y Still walking. Magníficas ambas. Y por no ser atto y ss, quizá por ello o precisamente como consecuencia no he visto ni la mitad de su filmografía. Algo me echa para atrás.

Indudable su talento, narrativamente un portento, en los últimos tiempos se me aparece un Koreeda pelín solemne, sobradete, sabiéndose ese último maestro. Festivalero de pro, el nipón se ensaña con la mediocridad. Él es aquel que domina el arte número siete.

En El tercer asesinato no falta maestría, su mano ni tiembla ni queda lejos de la duda. Una temática poderosa, unos personajes (en sus marcas) bien definidos y una planificación de las de al dedillo, quizá por demás. Pero también percibo esa pizca de vanidad adquirida con gusto, supongo, y que se acrecienta en los últimos tiempos: Un asunto de familia adolecerá del mismo síntoma.

No es reprochable hasta cierto punto su evanescencia. Al contrario, sus sí devotos, seguros y suyos se encontrarán de enhorabuena y con la dicha por las nubes. Para quien sólo es un humilde servidor del cine, Koreeda cumple a rajatabla una ley. Tarantino y Once upon a time on Hollywood también la conoce. Aburguesado: dícese del que...

Ya veré más películas suyas.