Que grande es Ridley Scott y que grande su obra. Este metalúrgico de la ciencia ficción nos ha dado (y nos da) momentos y proposiciones memorables. Aquí adapta, entre otros, una idea de Aaron Guzikowski. Pero las ideas, al igual que las fuentes, se secan o dejan de fluir con menos chorro o encanto según se trate. El diseño de producción es muy bueno, al igual que la propuesta inicial, la pareja protagonista (padre y madre, maravillosos Amanda Collin y Abubakar Salim) incluso la sorprendente intro. Pero la pregunta es......Es suficiente o es demasiado? La sencillez y pureza de la idea inicial, encantadora y fascinante de por si, se vuelve espesa y recargolada a menudo que avanza la trama. Una especie de colador donde, como en los agujeros negros de la serie, van metiéndose toda clase de personajes, giros, sub-tramas, reflexiones..... Hasta llegar al punto de poner en un brete el sentido del gregarísmo del espectador, que de igual modo es obligado a apreciar y odiar a la vez a muchos de los personajes, extrañamente volátiles de carácter.
Encontramos aquí todos y cada uno de los iconos del maestro Ridley, pero metidos a calzador. Replicántes, aliens,homos-Prometeus, pugnan por su parte de "share", dándose codazos unos a otros. Hasta llegar al punto de darle un punto paranoico a todo. Pero la excusa de que esto es ciencia-ficción no vale y el espectador empieza a cansarse del escenario exageradamente árido, Los continuos suplicios por la hambruna y las pequeñas trampas de guión.
La primera temporada ha llegado agotada a su fin pero lanzando un aviso de que habrá más y mejor en la próxima. Veremos.