Mira que es difícil de ver ésta historia de Ferentari, quizás el barrio menos recomendable de Europa y que se encuentra en pleno centro de Bucarest. El feísmo, según nuestros standars, lo invade todo y es por eso mismo que a mi me gusta ésta historia imposible, porque tiene riesgo desde que empieza hasta que se acaba. En pocas salas de cine he sentido a la gente tan inquieta, tan incómoda, como con ésta película que a mi me procuró no pocos momentos de sonoras carcajadas y también de total empatía con esa pareja indescriptible e inexplicable. La directora Ivana Mladenovic, demuestra tenerlos bien puestos para rodar ésta película en un país como Rumanía, dentro del barrio mas excluido de Europa y en terreno gitano romaní, puro y duro.

Una pena que ni siquiera haya recogido el premio LGTBI Sebastiane que hubiese sido un reconocimiento, para mi merecidisimo y le hubiese ayudado, sin duda, a presentarse ante su público, en Rumanía, donde estoy convencido va a causar un auténtico revuelo.