El chileno SEBASTIÁN LEILO demuestra una sensibilidad fuera de lo común para dirigir y contar historias de mujeres sencillas en el libreto, pero extraordinarias en la pantalla y es que como no nos vamos a enamorar de Daniela Varga UNA MUJER FANTÁSTICA o de ésta gloriosa Julianne Moore, de quienes saca el mejor registro posible , como si de un PEDRO ALMODÓVAR con aire de WOODY ALLEN se tratase.

Y es que yo veo mucho de las mujeres del director manchego y mucho de los vaivenes de la clase media-alta del genio de New York en las películas de Leilo, lo cual no menoscaba en absoluto la elegancia ni la brillantez de su cine, más bien al contrario, lo enaltece porque ha sabido crear un cine propio y reconocible, lo cual en los tiempos de copy-paste que corren, es toda una proeza.

La música vuelve a ser en ésta película, como lo era en UNA MUJER FANTÁSTICA, otro sustancial personaje de la cinta, sin el cual no se entendería igual de bien, ni alcanzaría las cotas de empatía que se consigue con los playback del coche, la discoteca para cincuentones o la gozosa e inevitable escena final que ya vale por sí misma, el visionado de ésta película; ¿O es que acaso ha habido una década mejor para la música que los ochenta? Si la respuesta es no, vas a disfrutar mucho y si la respuesta es sí, tendrás una oportunidad, inmejorable, para cambiar de opinión; ¡No la desaproveches!