El secreto que arrastraba al sacerdote interpretado por Montgomery Clift en la célebre película “Yo confieso” de Alfred Hitchcock, le obligaba a tomar una decisión crucial ante la disyuntiva de decir lo que sabe mediante secreto de confesión o afrontar el resultado de las sospechas que recaían sobre él en un crimen, mientras que el secreto de Daniel, que ejerce como cura en una pequeña localidad de Polonia, es que no es cura, sino un delincuente habitual de correccionales y practicante de la mala vida, con lo cual son dos sacerdotes a los que solo la confesión de la verdad, redimirá de su culpa.

Lo que ocurre es que al igual que Montgomery Clift no daba mucho el pego como cura y más parecía una aparición mariana ,Daniel, con sus veinte años y carita de ángel tampoco resulta muy creíble como sacerdote en esa carambola que le tenía reservada el destino en una aldea perdida en alguna parte de Polonia. Me ha recordado a la historia de “Der Hauptman”, donde un soldado raso, patán y traidor, se convertía en un temible oficial de las SS solo por hacerse con un uniforme de un oficial fallecido.

Quitando eso y alguna licencia más en ese oscuro secreto que también anida en el pueblo y del que todo el mundo parece cómplice, la película es honesta y está muy bien contada, de hecho no se me ha hecho nada larga a pesar de llegar prácticamente a las dos horas y se mantiene, casi en su totalidad, en la interpretación de Bartosz Bielenia como el "cura" Daniel, que atrapa la atención durante toda la película y consigue llegar al espectador con su retrato de personaje bipolar y de persona buena maltratada por la vida, yo creo que esa recreación del mundo interior de Daniel, es la mejor cualidad de éste film.