El problema lo tiene quien pretendió que esta película debería ser un blockbuster cyberpunk.

Me importa bien poco que en el 2017 los estímulos deban ser más visuales que de contenido. De hecho, me parece un argumento estúpido y propio de alguien que no se atreva a sentarse a ver "El crepúsculo de los dioses", por ejemplo, dando la excusa de que es en blanco y negro y vieja, cuando en realidad lo que se tiene es una ignorancia del tamaño de la isla de Sumatra.

No, no pretende ser una "talibanada" propia de un "sobrao". Yo disfruto tanto de "Kung fury" como de "Crimen perfecto". Son películas distintas con objetivos distintos. Películas con personalidad propia que se hacen con un objetivo y que, de un modo u otro, perduran por su propia naturaleza.

Ghost in the shell, la de verdad (incluso obvio las continuaciones que, para mí, se vuelven demasiado confusas), es una preciosidad de historia que nos sumerge en un pensamiento filosófico, político y muy profundo; que nos habla de conceptos como alma, cuerpo y mente; que se plantea cosas mediante un precioso y terrorífico cuento ambientado en unos escenarios que, ¿por qué no decirlo? Molan un "puñao".

Bluff in the shell, la actual, es un bombardeo de efectos especiales que convierten todas las reflexiones de la versión original en un batiburrillo de conceptos para que los entienda un niño-rata (los buenos, los malos y el malo que no es tan malo). Una historia que si la interpretan Bob Esponja, Calamardo y Patricio, es igualmente entendible (y aburrida) por cualquier generación.

Para mí, la elección de Scarlett Johannson es acertadísima porque es una actriz como la copa de un pino, da la talla como personaje principal, puede hacer cualquier registro y casa físicamente con lo que podría ser una Motoko real. Sin embargo, aquí toda interpretación que le obligan a hacer es a andar como si tuviera almorranas y lanzar alguna fugaz sonrisilla. Todo es de cartón piedra. Ni siquiera eso han podido afinar. Ni parece humana, ni parece robot, ni parece androide. Parece Scarlett Johannson haciendo lo que buenamente puede en una mala película.

Por otra parte, todo está hecho a medias. En un mundo supuestamente hecho de implantes, piel falsa y androides, nos preocupamos del diseño del neopreno con el que bucea la Johannson, o de embutirla en una especie de traje "acortocircuitado" que se hace invisible, en lugar de integrar el propio cuerpo de la actriz como androide completo. Son sólo detalles, pero muestran que todo está envuelto en un halo artificial que vulnera el espíritu de la original.

Y si todo esto ya es negativo de por sí, perder de la original todo el conflicto que Motoko tiene consigo misma, toda la historia con el maestro de marionetas, la carga filosófica brutal que hay en esa película... Perderlo todo y reducirlo a que Scarlett mire a un robot con pena y le digan: "no eres como él", es, para mí, no tener ni idea de lo que se está haciendo en este remake.

Resumiendo: Buenos, malos y traición. Un par de perros para intentar dotar de algo de humanidad al personaje (imaginen al extremo que se llega para tratar de buscar empatía, sin conseguirlo), una ambientación con efectos especiales sobresalientes y una bonita película vacía de contenido que te mantiene dormido a ratos y con el gesto torcido en otros. Si éste es el nuevo cine, no es mi cine. Y si alguien quiere hacerme creer que lo de hacer sentir está pasado de moda y es incompatible con cine de palomitas, le contesto que se vea "Logan", que también es de 2017.

Para que ver a Scarlett Johannson tirarse sin ropa de un edificio te deje indiferente, muy "chusca" tiene que ser la película. Nuff said.