Y justo cuando pensábamos que habíamos alcanzado la cumbre de la basura cinematográfica nos encontramos este largometraje.
Los interminables, nada más y nada menos, que 115 minutos de metraje que dura la película, rezuman el repugnante sabor de la falta de originalidad de principio a fin. Y esto no se debe para nada al haberse tenido que atener a un guión ya establecido, puesto que este se ha visto hecho añicos con el insulto constante que se nos presenta en esta nueva versión de uno de los clásicos más reivindicativos de Disney.
La mezcla de un guión monótono, previsible y aburrido, que además decide no respetar lo más mínimo a su predecesor, junto con un repetitivo cartón piedra, un despropósito de vestuario y un vomitivo CGI hacen principalmente que esto sea infumable.
Las peleas totalmente falsas, las pobres actuaciones y unos personajes planos se encargan de hacer el resto. Es una vergüenza que una película realmente feminista, que es supuestamente una de las aspiraciones de este metraje se mancille de esta manera.
Mucho han recaudado para lo infumable que nos venden.
Le pongo un 2 y no un 1 por los pobres becarios encargados de los efectos especiales.
No perdáis casi dos horas de vuestras vidas en intentar ver esto.