Con un guion irracional con casi absolutamente nada de misterio, ya que participan muy pocos personajes, se desarrolla este film que por supuesto nadie recordó demasiado de ese buen director que fue Alan Pakula. Aquí la historia se centra en la amistad de dos parejas vecinas que poco a poco van adquiriendo confianza y afianzando su afecto hasta llegar el punto donde uno de los esposos le propone, la irrisoria tarea al otro, de intercambiar sus esposas por una noche, sin que ellas se den cuenta. El problema, mas allá de la estupidez de la propuesta, es que una de las mujeres al otro día aparece muerta acusando del asesinato al vecino que había pasado unas horas con ella. A partir de allí veremos todo lo que hace por descubrir la verdad de algo que al tener tan poca intriga ya sabemos como va a resolverse, solo nos falta saber de que manera. Dentro de las actuaciones Kevin Kline sostiene como puede el film al igual que un joven Kevin Spacey, en tanto que Mary Elizabeth Mastrantonio nunca fue una gran actriz, aquí apenas cumple y en un papel irrelevante para la trama encontramos a Forest Whitaker. Desechable.